España, la ruta del misterio

UNA SECCIÓN COORDINADA POR José Manuel Morales

Me alegra que el autor haya elegido escribir sobre San Diego de Alcalá, un personaje enigmático y poco conocido en Córdoba, pese a su gran conexión con ella. En la ciudad califal fue sacristán durante años, realizó sus primeros milagros y posee una calle con su nombre


Hoy en día el fenómeno fan está más que asentado. Todo seguidor quiere una fotografía con el artista mejor situado en las listas musicales. Cualquier aficionado de un club ansía tener una camiseta firmada por sus jugadores. O sin ir más lejos, solo hay que darse una vuelta por las redes sociales para ver el tirón que tienen los influencers. Sin embargo, estos comportamientos dignos de la sociología más avezada no son algo nuevo. En la Edad Media y en la Edad Moderna las estrellas del rock, los futbolistas o los creadores de contenidos del momento eran los santos. Si actualmente se da la vida por una fotografía junto al ídolo de turno o por un balón firmado, en aquella época ocurría lo propio, pero con la mano de Santa Teresa, la parrilla de San Lorenzo y tantos objetos similares. Es decir, las reliquias, aquellos restos vinculados directamente con estos personajes situados entre lo terrenal y lo espiritual. 

En Alcalá de Henares se encuentra un buen ejemplo de ello. Cada 13 de noviembre, devotos y curiosos hacen fila en la catedral alcalaína. En su interior espera una urna en el altar mayor con sus mejores galas. Allí descansan los restos de un cuerpo incorrupto. Se trata de la momia de San Diego de Alcalá. Cabe señalar que fray Diego nació ese mismo día, pero en 1400. Además, de alcalaíno no tenía nada, pues nació en San Nicolás del Puerto, Sevilla. No obstante, falleció otro 13 de noviembre en la urbe madrileña, en 1463, de ahí su sobrenombre.

La ‘diegomanía’ que se desata el día de su festividad en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares es digna de estudiar. Los prodigios de este personaje aún se recuerdan y no en hagiografías. Por ejemplo, se cuenta cómo sacó a un niño sin ninguna quemadura de un horno del convento franciscano de La Arruzafa en Córdoba; cómo fue capaz de curar a los enfermos de una epidemia en Roma; o incluso su facultad para profetizar su propia muerte. Aunque en el templo alcalaíno se rememora el ‘prodigio de las flores’ que ocurrió en esta ciudad cuando fray Diego era cocinero del convento de Santa María de Jesús. Según la leyenda, transformó panes en flores para no ser reprendido por su superior tras alimentar a los más necesitados. Eso o la fama que tiene de curar a todo el que toque su cuerpo. De esto bien sabe Felipe II, que no dudó en meter a la momia en la cama de su hijo, el príncipe don Carlos, con quien dormía noche sí y noche también para acabar con su locura. Por tanto, solo hay que acudir a este enclave para contemplar sus restos intactos y conocer más sobre un personaje misterioso, mágico y que fue un auténtico influencer en su época. 

(*) Guía de Rutas Misteriosas en Alcalá de Henares

www.rutasmisteriosas.es

[Aquí puede leer la serie la Córdoba misteriosa]