Dejó Córdoba en el mes de septiembre para ocupar su plaza como profesora de inglés y tutora de Infantil en La Restinga, localidad situada en el municipio de El Pinar de El Hierro (Canarias), y casi desde que llegó, el suelo no ha dejado de moverse bajo sus pies. "Yo vivo en Valverde, un pueblecido que está a 35 minutos de La Restinga, donde hace unos días todo el mundo tuvo que ser evacuado", explica Carmen Gómez, que lleva casi dos meses en estado de alarma. "Yo no había sentido un terremoto hasta que llegué aquí y la verdad es que impresiona, sentir el ruido que hace la tierra al temblar acojona , te pone el vello de punta", explica sincera, "el sábado 8 de octubre hubo un seísmo de 4,2 grados y aquello fue horroroso, yo me encontraba en casa con mi pareja, sentí que todo vibraba, los platos, el sofá y nosotros nos movíamos, y no pude evitar ponerme a llorar de la impresión". Además del ruido, el olor a azufre impregnó La Restinga. "La isla de El Hierro está llena de azufre, se puede ver perfectamente la mancha verde en el mar, que no deja de crecer, y los peces muertos... Ahora ya no huele tanto a azufre, pero al principio olía en todas partes".

Dos días después del gran terremoto, La Restinga era un pueblo fantasma. "Allí no quedó nadie, todo el mundo fue evacuado y cada uno se alojó donde pudo, trasladándose el colegio al pueblo de El Pinar", comenta Carmen, que asegura que no hay alarma social. "La tierra sigue temblando, así que se ha establecido un protocolo de actuación en los centros por si hay un terremoto en horario escolar, pero la verdad es que, aunque hay miedo, la gente parece tranquila", afirma, al tiempo que explica que La Restinga recuperó la actividad el pasado 31 de octubre, "porque el epicentro se encuentra ahora en la zona de El Golfo, al otro lado de la isla".

El momento de mayor tensión se vivió el día de la evacuación. "Y no porque ese día hubiera terremoto, sino porque había mucha incertidumbre, nadie parecía tener información de lo que estaba pasando y la gente estaba asustada, pensando que lo podía perder todo".

De momento, por lo que ella ha visto, no hay daños visibles en los edificios de La Restiga, una localidad en la que prácticamente no hay actividades de ocio con las que ocupar el tiempo libre. "Es un lugar muy aburrido, en el que no hay cine ni nada para divertirse, ni siquiera hay Mercadona, así que la gente simplemente se sale a la calle a charlar". Ni que decir tiene cuál ha sido el tema de conversación desde que los temblores comenzaron. A día de hoy, la flota pesquera sigue replegada y los submarinistas no pueden salir al mar. Solo cabe esperar a que el volcán que agita El Hierro vuelva a dormirse.