Papeleta de sitio

Ella (2)

Cruz de mayo.

Cruz de mayo. / CÓRDOBA

Otra vez sola. La de años que llevamos así. Cuando no es la reunión de junta, son los cultos, que hay que limpiar o si no ayudar en la cruz, la caseta y la verbena. Que sí, que hace falta dinero, pero una también se harta de ser la segunda para todo, porque la hermandad siempre está por delante.

La de horas que me paso esperando a ver si hoy vuelve pronto, porque ya estoy cansada de venir de trabajar y luego la casa, sin ayuda. ¡Ay, qué años aquéllos, con los niños pequeños, qué graciosos estaban! Y se perdió la fiesta de Navidad del colegio porque tenía una reunión, los paseos por los jardines con las bicicletas porque había que limpiar no sé qué plata para el triduo, por no hablar de las cuaresmas y semanas santas en las que no aparece por casa. Mira que intenté acompañarlo. En los cultos, en los almuerzos… hasta salí de mantilla por ir en la procesión. Pero lo pasé tan mal… con esos tacones, tantas horas, la gente empujando, el calor y luego el frío, sed… A mí me gusta la Virgen, pero la procesión, la estación de penitencia como dicen ellos, no puedo hacerla. Le da coraje que no salga, como otras de la junta, pero no, conmigo que no cuente, hasta ahí podíamos llegar. Encima de que no se le ve el pelo por culpa de la hermandad, ¿también me va a tocar pasar otro sufrimiento? De eso nada.

Escuchó un ruido que la sacó de sus pensamientos, las llaves. Instintivamente miró el reloj de la repisa y vio la hora: las nueve y media de la noche.

Qué temprano viene hoy, se les habrá ido la luz en la hermandad o seguro que se ha vuelto a pelear con su amigo del alma, su Manolo, que también lo sufre la pobre Isabel.

-Míralo, ¿A qué debemos este honor? Tan temprano, que hasta vamos a cenar juntos.

Juan levantó la cabeza, miró a Loli y, con un hilo de voz, balbuceó las palabras:

-Me han echado, ha entrado uno nuevo y me han echado.

Loli se acercó y se fundieron en un abrazo. Sentía una profunda tristeza, porque sabía que recuperaba a su marido, pero a un marido derrotado.

Suscríbete para seguir leyendo