Quién más, quien menos se ha echado una cabezadita en el transporte público mientras va o viene después de una jornada de trabajo. Pero una especie de alarma interna, desarrollada a base de tanto viaje, nos avisa de que nuestra parada está próxima y, abrimos los ojos a tiempo. Pero eso no le pasó a David Bonilla en la madrugada del pasado miércoles, cuando se durmió en un vagón del metro de València y al despertar se encontró con las luces apagadas y el convoy totalmente desierto.

Todo empezó cuando este joven cogió el metro en la parada de Salt de l'Aigua, en Manises, volviendo después de una jornada de trabajo en la carpintería de su tío en la que realiza modelado en 3D y una visita a la familia. Al ver que había servicio de tren sobre las 23.50 horas, decidió utilizar el transporte público para llegar a Machado, zona en la que vive actualmente.

El cansancio del día y de las malas noches provocadas por la ola de calor, venció a este vecino de València de 22 años y se quedó traspuesto. "Sabía que me estaba quedando dormido pero la última vez que abrí los ojos estaba en Ángel Guimerà, así que pensé, aún me quedan 15 minutos", y ya cayó en un sueño profundo.

Tan profundo que ya la siguiente vez que recobró la consciencia estaba dirigiéndose a los talleres que Metrovalencia tiene junto a la Ronda Norte entre la ciudad y Alboraia. Su esperanza de que el conductor lo viese y le abriera la puerta se desvaneció cuando vio alejarse al trabajador sin que se percatase de su presencia. "Es que ni me vio, ni me oyó" cuenta David a Levante-EMV.

"¡He acabado encerrado y nadie viene a buscarme! ¡Ayuda!" publicaba David en su perfil en las redes sociales sobre las 00.45 horas de la madrugada del miércoles, junto con una foto del coche del metro totalmente a oscuras.

Después de barajar varias posibilidades, y con la batería del móvil al 20 %, la solución fue llamar al 112 directamente y surtió efecto. "No podía perder mucho tiempo porque solo pensaba que el teléfono no me aguantaría encendido demasiado tiempo", explica.

A los 20 minutos, personal de seguridad del metro, ya le había sacado del vagón.

"Más que miedo pasé vergüenza"

La imagen de un tren totalmente oscuro y sin nadie alrededor, puede dar cuanto menos, un poco de repelús.

Pero para el protagonista de esta curiosa historia, no fue tanto miedo, pese a que la estampa podría ser propia de una película de terror, sino que como explica David, "alguna farola alumbraba así que miedo no pasé, lo que pasé con creces fue mucha vergüenza, que fue lo peor de todo", reconocía el joven.

Ante la pregunta de si llegó a agobiarse en algún momento, David responde que no y que lo tenía claro "yo pensaba, alguien tendrá que venir aunque sea a las cinco de la mañana para reanudar el servicio de tren, así que no, alguien me tenía que sacar sí o sí".