El tránsito por la Segunda RFEF está convirtiendo El Arcángel en un espacio en el que se dan clases de historia. Los padres cuentan a sus hijos cómo fueron los tiempos del Córdoba CF en Tercera, allá a mediados de los 80 del siglo pasado, intercambiando mensajes de whatsapp con fotos en blanco y negro de gente como Mansilla, Pepín, López Murga, Luna, Revuelta o Valentín. A aquellos tipos les costó escapar de esa división infernal. Eran muy buenos, pero les hizo falta poner agallas y ganarse la suerte. El partido ante el Don Benito resultó un ejemplo. El Córdoba fue capaz de sobrevivir a sí mismo, sus errores le hicieron mantener la tensión hasta el fin. De uno u otro modo son tres puntos más, que es de lo que se trata.

A los cinco minutos, Luismi Redondo se fue disparado hacia la meta del Don Benito: quebró la cintura del defensa, burló al portero y lanzó escorado entre los tres palos, pero un defensa de lanzó a ras de hierba para sacar la pelota. Esa secuencia, en otros tiempos, hubiera sido un motivo formidable para deprimirse. Los cordobesistas tienen en su archivo sentimental muchos episodios con los que torturarse y pensar que son víctimas de un destino cruel, que se cobra la factura por los desmanes cometidos. Pero ahora no hay runrún. Todo el estadio estalló en una ovación. También hubo aplausos de ánimo después de que el Don Benito lograra el 0-1 al filo del cuarto de hora, sacando partido de una pifia de José Ruiz y José Cruz. Nadie torció gesto. Nadie miró al de al lado con reproche. Nadie se dedicó a maquinar excusas. Confianza llaman a eso.

A poco más de cinco minutos para el intermedio, el Córdoba se desmelenó con tres goles y le dio la vuelta al resultado. En El Arcángel todo el mundo se volvió loco. El Don Benito resistió la lluvia de puñetazos y sacó el guante al filo del intermedio para irse con 3-2. El equipo del cordobés Juan Carlos Gómez no vino de víctima, tuvo orgullo y fútbol. En el segundo tiempo, los locales no fueron capaces de apuntillar: Willy falló un penalti y Luismi no vio puerta en tres ocasiones de mano a mano. Crespo terminó atrincherando al equipo para defender lo que se había ganado y no estaba dispuesto a perder. Es lo que toca. Lo bello es lo útil. Y el Córdoba sigue teniendo a 89 equipos por detrás.