Juan Antonio Roca, el presunto cerebro de la mayor trama de corrupción conocida en España, el "caso Malaya", que llevó a la disolución del Ayuntamiento de Marbella, cumple hoy siete años en prisión acariciando la idea de pisar la calle con algún permiso.

Ni en sus peores pesadillas hubiese imaginado que iba a estar tantos años en prisión, un periodo con el que cualquier persona estaría mucho peor psicológicamente, según fuentes consultadas por Efe, pero Roca no quiere venirse abajo porque su familia depende de él.

La biblioteca de la prisión y su celda se han convertido en su despacho donde cada día estudia minuciosamente las causas que pesan contra él y siempre lleva consigo libretas y anotaciones.

La imagen que constantemente ha desprendido de hombre que intenta controlar cada una de las situaciones, un poco frío, calculador y muy inteligente en los negocios se tambalea cuando se recuerda en el trámite de su última palabra del juicio, donde nombró uno a uno a los funcionarios que en algún momento se han preocupado por su bienestar en la prisión y en sus traslados.

Pese a enseñar su lado más humano, ese día mostró, una vez más, su inteligencia, al querer sembrar la duda ante el tribunal sobre si un acusado por delito de corrupción debe ser condenado con más pena que un recluso manchado con sangre.

Roca pidió al tribunal y a las acusaciones que reflexionaran sobre por qué a asesinos como Santiago del Valle, condenado por la muerte de la niña Mari Luz Cortés, se les pide menos años de prisión que a él. Esta es la inteligencia de Roca.

Su lado más humano ha sido también palpable en la prisión donde desde el primer día siempre ha sido un preso tranquilo, nada problemático y que habla con otros reclusos, a los que ayuda a resolver dudas o invita a café o tabaco.

Algunas personas allegadas a él mantienen que su tono altivo y retador no siempre es por su capacidad en los negocios sino que en ocasiones sube el tono debido a los problemas de audición.

Además, han apuntado que lleva siete años en prisión con tristes recuerdos como la ocasión en la se le denegó salir de la cárcel y desplazarse a Cartagena para asistir al entierro de su padre sin custodia policial.

En este sentido, numerosas son las peticiones de permisos carcelarios que se le han denegado pese a que en junio cumple las tres cuartas partes de su condena por el "caso Saqueo", en el que se le condenó a seis años y diez meses de cárcel.

Muchos son los juristas que entienden que Juan Antonio Roca reúne todos los requisitos para que se le conceda el permiso.

Hasta el momento, Roca ha devuelto a las arcas municipales del Ayuntamiento de Marbella 600.000 euros en metálico y ha alcanzado un acuerdo para completar la deuda total con la entrega de ocho inmuebles, todo ello por la responsabilidad civil que le fue impuesta por la Audiencia Nacional y confirmada por el Tribunal Supremo.

La Fiscalía Anticorrupción siempre se ha opuesto a la concesión del permiso por la alarma social, por el tipo de delitos y su trascendencia social, la existencia de responsabilidades civiles pendientes y otras condenas que no son firmes todavía (uno y tres años de cárcel por fraude y malversación de caudales públicos) y sentencias que tiene pendientes, como la del "caso Malaya".

En cuanto al procedimiento de "Malaya", que se encuentra visto para sentencia, la Fiscalía Anticorrupción pidió que Roca fuese condenado a una pena de 30 años de prisión y una multa de 810 millones de euros.

Roca ingresó el 31 de marzo del 2006 en la cárcel provincial de Alhaurín de la Torre por orden del entonces instructor de "Malaya", el juez Miguel Ángel Torres, que decretó prisión incondicional con carácter preventivo.