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El olivar, Patrimonio Mundial

La iniciativa de inscribir los Paisajes del Olivar de Andalucía en la lista protegida de la Unesco nace en 2012 para dar visibilidad al sector olivarero de Andalucía a nivel internacional, poniendo en valor la calidad de sus productos y fomentando el consumo de aceite de oliva y el desarrollo del oleoturismo

El olivar opta a ser Patrimonio Mundial.

El olivar opta a ser Patrimonio Mundial. / ARENAS

La propuesta de declarar el paisaje del olivar como Patrimonio de la Humanidad afecta a las provincias de Cádiz, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga y Sevilla. Según el expediente presentado a la Unesco, lo constituyen 14 componentes territoriales distribuidos en la región andaluza. La superficie total abarca 15.475 hectáreas, que están arropados por sus respectivas zonas de amortiguamiento que ocupan 129.034 hectáreas. El conjunto incluye todos los atributos materiales e inmateriales que dan representatividad a los paisajes tradicionales del olivar.

En la provincia de Córdoba, los candidatos son la Villa Romana El Ruedo, en Almedinilla; Molino Ducal de San Fernando, en El Carpio; Montoro y su entorno (gran parte en las ZEC Suroeste de la Sierra de Cardeña y Montoro y Guadalmellato), y olivar de reborde serrano y Zuheros (en gran medida en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas).

En Portugal se han realizado estudios entre los años 2014 y 2016 sobre las aves reproductoras en el olivar. Se ha encontrado que la riqueza de especies disminuyó desde los olivares tradicionales (29 especies), pasando por los intensivos (25) y los superintensivos (20). La probabilidad de aparición de muchas también disminuyó significativamente de los olivares tradicionales a los intensivos (22%) y a los superintensivos (44%), mientras que la prevalencia en olivares más intensivos aumentó solo para pardillos y jilgueros (6%).

Los insectívoros que anidan en cavidades fueron el grupo más afectado, disminuyendo abruptamente a lo largo del gradiente de intensificación. Los resultados sugieren que la intensificación de la producción, y en particular el cambio hacia sistemas superintensivos, está remodelando y simplificando en gran medida las comunidades de aves reproductoras asociadas con los olivares, que pueden quedar dominadas por granívoros generalistas.

Esto es así porque la complejidad estructural del olivar tradicional es mayor y por tanto más importante para las aves y los murciélagos. Suele tener árboles más longevos con mayor número de huecos y retazos de monte mediterráneo y superficies herbáceas. Existe por tanto una mayor oferta de sitios para criar y alimentarse. Por el contrario, en el otro extremo se encuentra el olivar superintensivo, una estructura de vegetación monoespecífica, sin presencia de oquedades y por menos oferta trófica.

El olivar, Patrimonio Mundial

El verderón, una de las aves granívoras más habituales de la provincia. / ARENAS

La mayoría de los olivares intensivos y superintensivos opta por la fertirrigación, se forman pequeños charcos donde bebe la fauna. Investigaciones del IREC han encontrado que el consumo de agua con elevada concentración por nitratos, afecta al crecimiento y la respuesta inmune de los pollos y puede aumentar la tasa de depredación en las poblaciones silvestres de perdiz roja. Este hecho es muy conocido en nuestra especie, el grupo de mayor riesgo por la ingesta de nitratos son los bebés menores de 6 meses. En el caso del empleo de agua contaminada con nitratos es posible la aparición de cuadros de cianosis (bebé azul) debido a la formación de metahemoglobina en sangre. Esta intoxicación disminuye el poder de absorción del oxígeno por la sangre y se traduce en fenómenos de asfixia interna.

El mismo grupo de investigadores de Portugal han encontrado que en los olivares intensivos durante la invernada se favorece a aves frugívoras como la curruca capirotada, zorzal común y petirrojo. Se ven afectadas positivamente por la disponibilidad de aceitunas y aumento de las superficies de este cultivo. Sin embargo las aves no frugívoras tienen mayor riqueza y abundancia en los olivares tradicionales.

Como se deduce de estos datos, no todos los olivares son iguales, algunos, los más tradicionales, han preservado parte de su biodiversidad que albergaban en el pasado, aunque como se analizó en un artículo anterior, en los últimos cuarenta años han sufrido una grave regresión, lo que se ha venido en llamar «el silencio del olivar».

En un proyecto denominado Olivares Vivos se ha realizado una serie de acciones demostrativas y existe mucho margen para mejorar la gestión de los olivares tradicionales. Estudios recientes han evidenciado que las acciones mejoran la biodiversidad sin comprometer el cultivo. Se han reconocido 65 especies de aves (el 25% de las que se localizan en la península ibérica), 58 de hormigas (el 20% de las de la península), 119 de polinizadores y 686 de flora (el 17% de la flora andaluza). Bastan pequeñas acciones para que el olivar recupere de manera instantánea sonidos e imágenes habituales antes de la industrialización de la agricultura.

Además, existe la oportunidad de promover la conservación de la biodiversidad en los olivares intensivos y superintensivos, lo que requiere una gestión para aumentar la heterogeneidad del hábitat y reducir riesgos como la mortalidad asociada a la cosecha mecánica, sobre todo nocturna, y la contaminación con residuos de pesticidas y fertilizantes.

* Biólogo

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