La última crecida del río Guadalquivir originó un deposito de sedimentos a los pies del Puente Romano. Las arenas acumuladas pronto fueron utilizadas como un espacio en el que tomar el sol, pasear las mascotas o simplemente acercarse al río. Actividades que llevan parejas un aumento de la suciedad y una mayor molestia en la fauna de los Sotos de la Albolafia, como se ha denunciado recientemente. Esta nueva situación ha reabierto el debate sobre la gestión, uso y conservación de los Sotos de la Albolafia y del tramo urbano del río Guadalquivir. Un debate y unas soluciones que a nuestro juicio deben centrarse en tres aspectos fundamentalmente: limpieza de los residuos, relación de la ciudadanía con el río y gestión de la vegetación y de los sedimentos.

En cuanto a la limpieza es necesario mantener y aumentar la limpieza periódica que realiza Sadeco en las orillas, además de poner fin a los importantes vertidos de residuos sólidos (sobre todo toallitas) que realizan los aliviaderos de la red de saneamiento de la ciudad. Por otro lado, las administraciones deben de informar de las normas de uso de los Sotos de la Albolafia. Información acompañada con una mayor vigilancia para no contribuir a una sensación de impunidad de quienes realizan actividades no permitidas como la acampada, las molestias a la fauna, la caza ilegal, el arrojo de basuras, etc.

Y, sobre todo, es urgente diseñar y ejecutar un plan de gestión de la vegetación y los sedimentos continuado en el tiempo. Cuando fueron declarados los Sotos de la Albolafia como Monumento Natural quizás no se fue del todo consciente de que aquel espacio era en parte producto de la acción humana, principalmente de actividades como la de los areneros y el pastoreo. Cuando se abandonaron definitivamente se produjo un proceso de depósitos tras las crecidas, colonización de la vegetación y un aumento de los depositos en nuevas crecidas propiciado por la vegetación. De tal forma que los extensos eneales, prados húmedos y las manchas de adelfas que dibujaron el paisaje del Monumento Natural en su declaración hoy han sido sustituidos por un bosque ripario de sauces y álamos, que irá evolucionando a un hábitat más terrestres en sucesivas crecidas. Una gestión adecuada de la vegetación, y en menor medida, de los sedimentos es conveniente para recuperar hábitats hoy perdidos y evitar en un futuro un aumento en el riesgo de inundación. Por último, señalar que el problema de la inacción de las administraciones se debe principalmente a que las intervenciones para ser eficaces deben de estar sostenidas en el tiempo y, por tanto, no se trata de conseguir una partida presupuestaria para una actuación puntual sino el de liberar fondos anualmente. Y cuando los recursos son escasos ninguna de las administraciones con competencias quieren asumir la responsabilidad de la gestión, por lo que quizás solo quede como alternativa para salir del impasse recurrir a los juzgados o al Defensor del Pueblo.

(*) Representante Plataforma por un Río Vivo