Ganado: Cinco toros de Núñez del Cuvillo, terciados y de muy buen juego, con movilidad y embistiendo por abajo. Aunque la mayoría escarbaron mucho, sin embargo, lucieron clase cuando se echaron para adelante, repetidores y de largas embestidas. El tercero fue premiado con la vuelta al ruedo. Y el sexto, manso sin disimulo, fue el único lunar. El cuarto, un sobrero de José Luis Pereda, más aparente y muy bruto, no se dejó.

José María Manzanares: pinchazo hondo que termina tragándose hasta convertirse en estocada y descabello (una oreja); y estocada fulminante (una oreja).

Miguel Angel Perera: media estocada (dos orejas tras un aviso); y pinchazo, y estocada trasera y desprendida (una oreja).

Alejandro Talavante: estocada y dos descabellos (una oreja tras un aviso); y estocada (ovación).

Plaza: Tuvo más de tres cuartos de entrada, con lleno en sombra, en tarde-noche de calor, a partir del tercer toro con luz artificial. La corrida empezó a las ocho de la tarde y finalizó al filo de las once.

Triunfal corrida de toros, y sobre todo de toreros, con un sobresaliente Miguel Angel Perera, que firmó una de las faenas que va a contar como importantísima entre las primeras de esta temporada.

Una faena que fue magnífico compendio de los mejores componentes del toreo en su más amplia y mejor dimensión, por técnica y poderío, por variedad y gusto, por entrega y ajuste, aclamada en varios pasajes con el público en pie. Perera, quien no había logrado un triunfo tan rotundo desde su actuación en las Fallas de Valencia, recobra así de nuevo todo el crédito que en más de una ocasión le ha respaldado como torero de una enorme proyección. Ahora hace falta que esto tenga continuidad, que sea el principio de esa ascensión que todos esperan de él irresistible. La vuelta de Perera por sus fueros, con su buen concepto del toreo y la mejor disposición, esa es la noticia.

Aunque el festejo tuvo también otros alicientes. Antes de seguir con los toreros hay que dejar claro que los toros de Núñez del Cuvillo prestaron lo suyo para que la tarde resultara tan brillante. Los de nota más alta, segundo y tercero, con los que tanto Perera como Talavante (a éste le falló la indecisión del puntillero para haber redondeado otra cumbre) estuvieron inconmensurables. Bueno también el primero, aunque algo remiso en la primera arrancada, sin embargo, cuando terminaba echándose para adelante fue toro fácil y muy claro. El quinto terminó yendo a más. El sexto no tuvo el mismo estilo.

A vueltas con Perera, en su toro de la apoteosis, destacar su buen toreo de capote, en el recibo por verónicas y en un quite en el que intercaló chicuelinas con talaveranas, y los recortes a una mano, hasta tres después de la revolera, sin pestañear. Y el mando, la variedad y la enjundia con la muleta. Desde los seis estatuarios en la apertura hasta el parón final, inmaculadas las series fundamentales sobre ambas manos, y entremedias los cambios de mano por delante y por detrás, las trincheras y pases del desdén, los larguísimos y lentos de pecho. No se había disfrutado tanto en esta feria. Fue la locura. Y las dos orejas lo dicen todo. La única faena de estas Colombinas premiada con el doble trofeo. Y las palmas por bulerías cuando finalizaba la vuelta al ruedo.

Perera estuvo algo más irregular en el quinto, un toro que colaboró menos. Pero más que suficiente para otra oreja. Tres en total resumen una tarde muy importante, señal del buen momento que atraviesa de nuevo.

Espléndido también Manzanares en el toro que abrió plaza, en una faena cuya base fue la armonía perfecta de la colocación y el temple. Muy decidido con el bruto cuarto, aquí sin embargo fue un espejismo de faena, pues no se dio tal. Fueron más las ganas. Pero como la tarde parecía embalada, le dieron otra oreja para salir a hombros.

Talavante fue también punto y aparte en su primera faena. Muy sobrado de todo, se lució con el capote en un quite de ajustadas gaoneras, y toreó lento y con especial regusto en el último tercio. Una faena muy intensa por la quietud y parsimonia en la ejecución. Fue como una réplica a lo de Perera en el toro anterior, muy desafiante. Si no llegó el reconocimiento del doble trofeo fue por las dudas del puntillero. Sonó un aviso. Hubo de intervenir otra vez Talavante con dos golpes de verduguillo, y todavía fue el toro el que dobló por su cuenta. Aún así, una oreja. Había estado sensacional, pero...

El manso sexto impuso muchas pausas y el trasteo tampoco tuvo limpieza. Quiso de verdad el torero, aunque nada resolvió. No fue justo que Talavante no estuviera en la foto de la Puerta Grande con Perera y Manzanares, y con ellos el mayoral.