Ganado: seis toros de Julio de la Puerta, anovillados y de juego desigual. Primero, quinto y sexto imposibles, segundo, tercero y cuarto noblotes, sin más.

Manuel Díaz 'El Cordobés': estocada (ovación tras fuerte petición), y estocada (dos orejas).

Juan José Padilla: pinchazo y estocada caída y trasera (dos orejas), y dos pinchazos y estocada (una oreja).

David Fandila 'El Fandi': estocada (dos orejas), y estocada y descabello (oreja).

Plaza: Las Canteras (Priego). Tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable, con leve rachas de viento.

Muchas orejas y poco toreo. Con esta frase podríamos resumir lo ocurrido ayer en el primero de los festejos programados con motivo de la Feria Real de Priego en el que, atraído por el tirón del cartel, el público llenó los tendidos del centenario coso de Las Canteras en sus tres cuartas partes. Magnífica entrada de una afición cansada de carteles de escaso tirón, con ausencias casi cantadas y con unos precios en algunos casos prohibitivos. De ahí que buena parte de esa positiva respuesta del público la tenga la nueva empresa, que ha dado en la clave para iniciar la anhelada recuperación del coso prieguense.

Pero ojo, no es oro todo lo que reluce y ayer, una vez más, y van..., tuvimos que asistir al más claro ejemplo de la dictadura a la que está sometida la Fiesta y que, o mucho cambia la cosa o será la responsable de que sean los propios taurinos los que acaben con este arte.

De otra manera no entendemos la presencia en Priego de un encierro, impuesto por uno de los acartelados y cuya presentación era impropia incluso de una plaza de tercera. No es que queramos comparar Priego con Madrid, Bilbao o Sevilla, pero un coso con la solera e historia de Las Canteras no se merece eso. Señalar a los culpables de tal desatino es complicado porque el ganadero intenta vender sus toros, la autoridad da el visto bueno al ganado, y la empresa satisface las demandas de los actuantes. Algo que, como desgraciadamente suele ser habitual, se está convirtiendo en toda una norma.

Al margen de este nuevo episodio del cáncer que sufre la Fiesta, queda dicho que el número de apéndices fue diametralmente opuesto al bagaje artístico del festejo, en el que tres toros -- primero, quinto y sexto--, fueron auténticas almas en pena, mientras que el resto del encierro, al menos dejó entrever cositas. Con este material Juan José Padilla se llevó el gato al agua al cuajar dos faenas de corte similar. Muy variado y con gusto en el capote, espectacular en las banderillas, especialmente en el segundo de su lote, y con mucha voluntad en la muleta, recurriendo en el tramo final de ambas actuaciones a desplantes que le granjearon el favor de un público entregado de salida, que jaleó al de Jerez cuando éste se subió al caballo de picar y realizó un simulacro de la suerte de varas en el quinto de la tarde.

Regresaba Manuel Díaz El Cordobés a Priego, una plaza en la que cuenta con gran cartel, diez años después de su última actuación, y en el segundo de su lote, ya que en primero no tuvo material alguno, pudimos degustar ese toreo ortodoxo que, en ocasiones contadas, brota del rubio torero. Cuatro tandas con la derecha a media altura que fueron, sin lugar a dudas, lo mejor de la tarde. Ortodoxia que se diluyó de un plumazo con el postrero y coreado salto de la rana y los desplantes que precedieron a una certera estocada.

Y El Fandi , como también es habitual en el granadino, cuya regularidad es a prueba de bombas, estuvo en su papel, bien en banderillas y voluntarioso y variado con la muleta, pese a no contar con el material adecuado en el que cerraba plaza.