Ha habido momentos en la historia reciente de Córdoba --pocos, por fortuna-- en los que al igual que ahora nos preguntamos unos a otros si se sabe algo de los niños desaparecidos, nos hicimos esta misma pregunta sobre otros crímenes sin respuesta. La situación no es la misma y esperemos que el desenlace tampoco.

Las estadísticas de la Interpol reflejan que uno de cada diez crímenes que se comete en España se queda sin resolver y en ese listado figuran varias muertes violentas con origen en Córdoba. Lal más reciente es la muerte el 2 de diciembre del 2010 de un vecino de la calle Abderramán III de la capital cordobesa. Compartía piso una mujer sudamericana y su hijo. Esta mujer, con la que no mantenía relación sentimental, volvía de dejar a su hijo en el colegio cuando encontró la puerta de la casa abierta y a la víctima en el suelo, tumbada boca arriba. Presentaba un golpe propinado con un objeto contundente y no hubo detenciones.

Sin resolver está la desaparición de Angeles Zurera, caso que la Audiencia ha reabierto después que archivarlo la jueza el verano pasado. Esta vecina de Aguilar de la Frontera fue vista por última vez el 2 de marzo del 2008 por uno de sus hijos, a quien le comentó que salía un momento a la calle. El chaval oyó el claxon de un coche, pero no se asomó a la ventana. Según su familia, salió casi con lo puesto, sin teléfono móvil, ni documentación; ni siquiera llevaba sus gafas, a pesar de ser miope. La Guardia Civil revisó a fondo su entorno e investigó --y lo sigue haciendo-- al exmarido.

Luis Carrasco Priego, de 57 años, fue encontrado muerto el 24 de febrero del 2005 semidesnudo, con el rostro desfigurado y atado a la cama en su casa de Montilla. Unas vecinas se percataron del silencio que reinaba en el domicilio de este guitarrista, frecuentado por numerosos amigos, y de que la luz estuvo encendida toda la noche. A día de hoy, tampoco hay detenidos.

El caso de Casta Carrillo fue portada de periódicos y apertura de telediarios en el verano de 1995. Vecina de Puente Genil, tenía 31 años, era la mayor de cinco hermanos y salió a pasear en bicicleta al caer la tarde del 19 de julio, diciendo a su familia que se dirigía al canal. Dos agricultores encontraron su cuerpo desnudo --solo llevaba una zapatilla--, encogido de costado y con la cara levemente levantada ocho días después. El tiempo empezaba a correr y en diciembre era detenido un hombre, que fue puesto en libertad dos semanas más tarde por falta de pruebas. El caso se estanca y en el 2006 aparece un testigo que dice haber visto a cuatro jóvenes que fueron de Lucena a Ecija a comprar droga y se encontraron con Casta, a la que obligaron a subir a un coche, y añade que la mataron y la llevaron hasta el olivar. La familia vio una luz de esperanza que ha dejado de alumbrar. La Audiencia cerró la causa en el 2008.

Sobre la muerte de Soledad Donoso pende en menos de un año la prescripción del delito. El 28 de septiembre de 1992 salió de su casa para ir a trabajar a una pizzería de la avenida de Barcelona a la que nunca llegó. Comenzó una angustiosa búsqueda que tuvo un fatídido final: su cuerpo fue encontrado 14 días después en la Huerta del Arenal, junto al río. A los pocos días fue detenido un joven que negó conocerla a pesar de que su número de teléfono figuraba en su agenda. Fue puesto en libertad al poco.

El misterio rodea la muerte de Eduardo Paniagua, de 42 años, e hijo del fiscal José Paniagua. Su cuerpo sin vida, que presentaba una puñalada y un golpe en la cabeza, fue encontrado en su cama tras declararse un incendio provocado en su casa para ocultar el crimen. Corría el mes de julio del año 2000 y hasta hoy no ha habido avances en la investigación.

Antonio Chacón Montilla, conocido empresario lucentino del sector del mármol, de 85 años de edad, fue encontrado muerto a mediados de marzo del 2009 en su domicilio. Su cadáver estaba sobre la cama y presentaba evidentes signos de violencia; le taponaron la boca con un calcetín. La caja fuerte, que no fue forzada, estaba en una habitación contigua.