El papa Francisco expresó ayer su "gratitud por el esfuerzo que Italia está realizando" al socorrer y acoger a refugiados que navegan por el Mediterráneo, e hizo un llamamiento internacional para haya "una implicación más amplia".

"Deseo expresar mi gratitud por el esfuerzo que Italia está realizando para acoger a numerosos inmigrantes que, arriesgando su vida, solicitan asilo", afirmó el pontífice durante una audiencia mantenida con el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, en el Vaticano.

Una opinión compartida por Mattarella que subrayó que "Italia trabaja con generosidad para afrontar la emergencia de la llegada de refugiados y pide desde hace tiempo una intervención firme de Europa para frenar esta continua pérdida de vidas humanas en el Mediterráneo".

Estos llamamientos se producen después de que la Guardia Costera italiana haya confirmado que en los últimos días ha socorrido a casi 11.000 inmigrantes en situación de riesgo en las aguas del Canal de Sicilia.

Una ayuda que, sin embargo, no ha evitado una nueva tragedia, debido a que una embarcación naufragó y dejó al menos 400 desaparecidos, según el testimonio de los 150 inmigrantes que fueron salvados.

Si la cifra de los cuatro centenares de desaparecidos se confirmara, superaría a la de 366 personas fallecidas el pasado 3 de octubre al hundirse su embarcación frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa.

Aquel hecho motivo que el Gobierno italiano pusiera en marcha el dispositivo Mare Nostrum que, durante un año, permitió el rescate de 100.250 personas y el arresto de 728 traficantes, según cifras del Ministerio del Interior.

El sistema fue sustituido en noviembre por la operación Tritón , que cuenta con menos recursos económicos que el anterior.

Por su parte, las ONG piden a la Unión Europea que garantice "una adecuada acogida" de estas personas, los centros de identificación italianos y muchos alcaldes de las localidades a las que llegan estos inmigrantes advirtieron que están desbordados.

A toda esta situación se suma el hecho de que los presidentes de las regiones norteñas de Lombardía y Véneto, Roberto Maroni y Luca Zaia, respectivamente, ambos de la xenófoba Liga Norte, amenzaron con ocupar los centros, residencias o gimnasios donde son alojados los inmigrantes rescatados.