"Encontrase con personas que quieren siempre más no porque les sea imprescindible sino porque operarse se ha convertido en una obsesión para ellas es la parte fea de esta rama de la cirugía", revela el cirujano plástico Josep Maria Palacín. Explica que para que la cirugía plástica esté al alcance de todos "ha pasado de ser una profesión artesanal que llevaban a cabo unos pocos, a ser un negocio masificado".

Y es la sociedad la que cada vez ve más normal esta disciplina. Según las cifras de organizaciones médicas, las operaciones estéticas han aumentado el 20% desde la década de 1990 y España se ha convertido en el país europeo que más intervenciones de este tipo registra. De hecho, España hace el 8% de todas las intervenciones plásticas que se realizan en el mundo y es el cuarto país donde se practican más cirugías de esta categoría, por detrás de EEUU, Brasil y Argentina.

La rinoplastia y el aumento de senos son las operaciones más populares entre las chicas que se someten al bisturí. Para Palacín, la clave del éxito de esta rama de la medicina son "las ganas de sentirse mejor con uno mismo".

Precisamente por este motivo, Rocío Piñeiro pasó por el quirófano para operarse la nariz a los 21 años. "Quería sentirme a gusto y segura, gustarme más", dice, aunque reconoce: "Seguramente si mis padres no hubieran insistido, yo no me habría sometido a la operación". La abuela, la madre y los tíos de Rocío se realizaron una rinoplastia, explica la joven, y no entendían que a ella no le importase "haber heredado la misma nariz". De todos modos, Rocío aclara: "No cambié mi aspecto hasta que lo vi totalmente claro".

Aunque la crisis también ha perjudicado al mundo de la estética, ya que las intervenciones han sufrido una importante caída en los dos útimos años, según el vicepresidente de la Sociedad Española de Cirugía Reparadora y Estética (Secpre), Francisco Menéndez-Graíño, continúa siendo un negocio muy productivo. Se calcula que en España hay mil cirujanos plásticos titulados y el triple de médicos sin especialización que ejercen esta cirugía. Es una práctica legal. "Pero después somos los profesionales los que nos encargamos de arreglar los errores de los que no son especialistas", se queja Palacín. Incluso con el bótox, que supone el 14% del total de procedimientos estéticos realizados en el país, la Secpre advierte de que "el tratamiento debe ser aplicado por médicos especialistas".

Para Palacín, "la profesión se ha convertido en una negocio muy rentable y lo fundamental es sacar el máximo beneficio económico a través del márketing". Ivo Pintanguy, cirujano estético brasileño, coincide con el doctor español en que "el culto al cuerpo es exagerado" y agrega que "se vende la idea de que para llegar al ideal de belleza se debe pasar por el quirófano".

Por su lado, Flor Gómez, que se sometió a una reducción de pecho a los 20 años, señala: "No estoy en contra de la cirugía estética siempre que sea por un motivo coherente". Ella pasó por el quirófano por su propia salud y comodidad; no obstante entiende que "si alguien tiene un trauma muy específico y operarse le ayuda a ser feliz, entonces adelante".

Sorteos en discotecas

La banalización de la cirugía estética es cada vez mayor. Así lo demostró la discoteca Gabana de Sevilla al promocionar así una fiesta: "Siempre has soñado con tener mas tallas de pechonalidad, pues con Gabana es posible este jueves". La velada, que sorteaba una operación de aumento de pecho, habría tenido lugar el pasado mes de diciembre, si no hubiera desatado tanta polémica. Ese mismo mes, el club Es Fogueró de Palma de Mallorca presentó la noche Especial chicas sin tetas no hay paraíso , que sorteaba una operación estética valorada en un importe de 4.500 euros.

Se mire como se mire, tratar una cirugía estética como si no fuera una operación es un grave error. Así lo indicó la Secpre, que destaca "el riesgo que supone para los jóvenes convertir la cirugía plástica en un juego" y apunta que "estas acciones son una falta de ética basadas en la frivolidad, en las que no se tiene en cuenta el papel del profesional".

Cristina Mir, una joven que se hizo una intervención de aumento de pecho a los 19 años, concluye: "Me parece grotesco que se jueguen con estos temas porque pasar por el quirófano nunca es bonito ni agradable".