Ilfracombe, en cuyos alrededores vive Marcus Hutchins, es un pueblo tranquilo en la costa inglesa de Devon, al que acuden con el buen tiempo veraneantes y windsurfistas. Ese es el deporte con el que Hutchins cambia de airescuando acaba de trabajar en su habitación con tres pantallas de ordenador. Este joven británico de 22 años, y pinta de adolescente, es el experto en seguridad, que con una simplicidad pasmosa, frenó la difusión global del ciberataque de Wannacry.

Lo hizo desde el anonimato, con el alias de MalwareTech, y así hubiera preferido que quedara el asunto. Ni buscaba publicidad ni la deseaba. La prensa, sin embargo, se lanzó a la búsqueda del «héroe accidental», como empezaron a llamarle. Pronto dieron con él y para Hutchins, su buena acción y sus rápidos reflejos, se han traducido en un calvario.

La injerencia de los tabloides británicos ha cambiado su existencia. Según ha contado, al día siguiente del ataque se despertó con su foto en la portada de un diario y los reporteros acampados a la puerta de su casa. Para salir y entrar de la vivienda tuvo que saltar por la valla trasera. «Sabía que cinco minutos de fama sería algo horrible, pero honestamente nunca creía que fuera tan horrible. Los tabloides británicos son super intrusivos», afirma en un tuit.

Los periodistas han tratado de sonsacar y sobornar a sus amigos para conocer todos los detalles de su vida privada. «Uno de los periódicos británicos con mayor tirada ha publicado una foto de mi casa, la dirección completa y el cómo llegar a ella. Ahora me tengo que mudar», se ha quejado en otro tuit. Hutchins repite una y otra vez que no se considera un héroe y sólo hizo, «lo que era debido». El chico tiene buen corazón. La recompensa de varios miles de libras que ha ganado por detener Wannacry la donará a cuatro oenegés.