El marido de Diane Blood murió de cáncer en 1995, pero justo antes del deceso, mientras estaba en coma en el hospital, la mujer ordenó que se le extrajera semen y que fuera congelado. Con posterioridad, Diane fue inseminada en dos ocasiones y el resultado son dos niños. La viuda empezó entonces una larga batalla legal para lograr el reconocimiento de la paternidad. Ayer acabó: el Tribunal de Justicia de Londres le ha dado la razón. Definitivamente, los niños sí son hijos legales de su padre. Al principio, la Autoridad británica de Embriología y Fertilización, así como el Tribunal Superior de Londres, se opusieron. Blood apeló a una instancia judicial superior que le permitió llevar a cabo sus deseos, aunque en una clínica extranjera, y finalmente acudió a un centro de Bélgica. De este modo concibió a Liam, ahora con 4 años, y a Joel, de siete meses, en cuyos certificados de nacimiento no aparecía el nombre del padre y en su lugar podía leerse "desconocido".