Ya lo dice en la columna de esta página el hermano mayor de la cofradía, José Antonio Murillo, que cuatro años sin poder salir en estación de penitencia han sido todo un martirio para la hermandad. Pero ayer, la Soledad, por fin, vio la luz del sol y no estuvo sola. Su barrio de Santiago fue el primero en volcarse. Después sería el Centro de la ciudad y más tarde La Catedral, iniciando una jornada en la que, al contrario que el día anterior, todas las hermandades pisaron el primer templo de la diócesis.

El paso de la dolorosa de Santiago iba adornada de iris morado, e igualmente estrenaba los respiraderos, diseñados por Rafael de Rueda y realizados en el taller del orfebre y cofrade cordobés Emilio León.

Un detalle: en la web de Diario CORDOBA se recogía el testimonio de un joven cordobés emocionado desde Inglaterra al oír a través de esta página de internet cantar a su madre una saeta a la Soledad.