Si no lo remedia algún santo europeísta, el partido de Rajoy tiene espesas las venideras consultas electorales, porque su correligionaria y mentora, la antipática canciller Merkel, sigue equivocándose con la política de recortes quirúrgicos que --eso sí-- ha conseguido reembolsar a las entidades financieras de su país el pufo desarrollado por los europeos del Sur cuando todo el monte era orégano inmobiliario. Y poco más. Incluso en Alemania la economía vuelve a estar perezosamente estancada. Y sabido es que, si frena el motor del euro, todos los subalternos se vuelven paralíticos incapaces de superar esta crisis que nos desmorona la esperanza. Es difícil precisar los motivos del nuevo retroceso que va a cobrarle al presidente español réditos electorales, por mucho que se esfuerce --y lo hace-- en difundir, desde que amanece hasta que anochece, un mensaje marcadamente triunfalista que cada vez cree menos el personal. Aquí, se multiplican los paisanos que preguntan por qué no despega la Europa de Merkel como ya lo hacen los USA de Obama. Aunque somos inexpertos en la materia, la respuesta que nos parece más acertada, de cuantas hemos leído, es la tesis del profesor Pérez Alcalá que, sin rodeos, ha escrito una frase lapidaria: "Si Europa hubiese sido un Estado y no un protoestado como es, seguramente hubiera salido de la crisis como lo ha hecho Estados Unidos". Suponemos, además, que si Europa no tuviese en sus entretelas una "quinta columna" antieuropea, asentada en el Reino Unido, y si al frente de la República Federal Alemana hubiera estado, en lugar de la pangermánica Merkel, el europeísta Kohl otro gallo cantaría en el viejo continente. Mientras tanto, en este trozo de Europa, nos preguntamos, después de escuchar el repetitivo discurso de Rajoy: ¿por qué si empezamos a estar bien seguimos estando tan mal?

* Escritor