Google Maps te permite ser como Dios por unos instantes. Busco en este nuevo nombre del santoral laico de nuestro siglo la plaza Tahrir de El Cairo y no es bonita la imagen: descampados tomados al parecer por tiendas que lo mismo pueden ser de campaña que tenderetes de mercadillo, todo depende de en qué fecha hiciera la foto el satélite espía. Hoteles importantes, restaurantes, el palacio del Gobierno, la Universidad Americana, el Banco Nacional y el Museo Egipcio bordean la zona, pero la vida está en el interior. Imagino al tipo del botón y el teléfono rojo de turno acercando el zoom sobre la plaza, las hormigas pululan allí, esperan que el tipo del botón les otorgue la democracia como los reyes franceses del Antiguo Régimen otorgaban una Carta que era como una constitución hecha a la medida del poder y que quizás por eso le llamaban carta. Las hormigas esperan a ver qué pasa, donde manda patrón no manda marinero, y hay quien sabe mejor que nosotros lo que nos conviene, lo que le conviene a las hormiguitas. Después de que el amo del botón otorgó la democracia, ahora la retira, luego la vuelve a poner eliminando antes a los relojes averiados que no marcan la hora ni el paso como deben. La plaza Tahrir, como la Puerta del Sol antes de que algunos la pasaran por el colador de su política llevando de nuevo el desencanto a los que creyeron y se encantaron, hay que atravesarla con un termo de agua fresca en el macuto, como escribió Gironella, pero hoy en día tanto para combatir los efectos de la deshidratación como los de los gases lacrimógenos. Los que nos ocultan la vista del tipo del botón.