Fue Benjamín Franklin quien en 1748 acuñó la famosa expresión "El tiempo es dinero", y desde entonces los economistas andan a la caza de métodos para ganar tiempo y ser más eficaces y competitivos. Y si la técnica lo ha hecho posible, tampoco es suficiente, y recurrimos a los trabajadores multitareas, que actúan de manera permanente en un circo de 5 pistas haciendo varias cosas a la vez. En esta hipnosis socialmente programada, en la que nos comportamos como zombies actuando bajo el piloto automático, se impone la aceleración del tiempo, la sociedad de lo instantáneo: del café y revelado instantáneo, los vehículos y carreteras más rápidos, los ordenadores y conexiones más veloces, las comidas precocinadas, el sexo rápido y los divorcios expréss... Una vida on line , corriendo para ganar tiempo que, al final de tantas prisas y desmesuras, dedicamos a estar sentados frente a la televisión, una media de 2 a 3 horas diarias. Nos dice Pierre Pradervand , en su libro Vivir el tiempo de otra manera , que el norteamericano medio pasa 6 semanas de su vida delante de semáforos en rojo, y 5 meses en atascos de tráfico, dentro de un vehículo que, se supone, se inventó como medio extraordinario de ganar tiempo. Esta concepción occidental de la medida del fluir de las cosas nos lleva a una vida de angustia que falsamente necesita ser recompensada con el consumo. En definitiva, queremos ahorrar tiempo para consumir más productos o nuevos servicios que, a su vez, nos crean nuevas carestías que nos angustian y agobian sin remisión, pues el día por mucho que nos empeñemos no tiene más que 24 horas. Dicho de otra manera, nos pasamos la vida haciendo zapping: de gustos, modas, necesidades, amores, inquietudes, trabajos... La solución puede estar en simplificar la vida, priorizar lo importante de lo urgente, darnos por completos alguna vez huyendo de los comerciantes de lo inútil o último modelo, vivir el presente, organizar mejor el trabajo, aprender a no hacer nada y, sobre todo, quererse a uno mismo y hacerlo todo con amor. Y si no, aprendan y practiquen el encaje de bolillos, receta contra el estrés que alivia tensiones y aleja problemas, que encuentra su reconocimiento en los pontanenses encuentros nacionales como el celebrado hace unos días.

* Abogado