Podemos Andalucía ha introducido en el panorama político un nuevo elemento desestabilizador, coincidente, al igual que la moción de censura presentada en el Congreso de los Diputados, con la celebración de las primarias en el PSOE. En este caso, el partido morado plantea un documento base de debate en el que señala lo que su dirigente andaluza, Teresa Rodríguez, ha calificado de «líneas rojas», entre ellas la negativa a alcanzar pactos de gobierno con el PSOE, prohibición que extiende a Izquierda Unida. La propuesta, difundida el pasado jueves, además de la curiosa «coincidencia» con el proceso interno socialista -y el mensaje implícito de que la socialdemocracia que encarnan los socialistas españoles no representa posiciones de izquierda-, supone una injerencia en la independencia de IU, que se ha apresurado a rechazar la imposición de decisiones que solo corresponden a su propia militancia. El planteamiento supondría la ruptura de numerosos pactos de gobierno en los ayuntamientos y diputaciones andaluzas, entre ellos el de Córdoba capital y la corporación provincial cordobesa, y, en suma, la creación de un clima de inestabilidad que en nada beneficiaría a los ciudadanos. Y en Córdoba, no solo IU se ha desmarcado, sino también Ganemos. Es legítimo que Podemos busque protagonismo político, pero no está de más recordarle a esta formación que también tiene su cuota de responsabilidad en las instituciones.