En lo cultural al menos, Córdoba está que se sale. Llueven las polémicas y van calando en el ánimo del ciudadano como lluvia fina, por más que uno intente evitarlo con el impermeable del distanciamiento, pero aún nos queda el refugio de la cultura. Nos enteramos de que la ciudad tiene dos plazas menos de las que creía suyas, la del Triunfo junto a la Puerta del Puente y la del Santuario de la Fuensanta --que no son precisamente dos plazas cualquiera-- porque la Iglesia las tiene anotadas en su catálogo de bienes, y naturalmente nos quedamos a cuadros, pensando que tiene que ser un malentendido, uno de esos errores burocráticos que no pasan de un susto. Porque una cosa es que la diócesis reivindique para sí un templo, y aún así a la inmatriculación de la Mezquita-Catedral le han salido numerosos detractores como es sabido, y otra que avance a marchas forzadas sobre el callejero como en una nueva reconquista. No me lo puedo creer, tiene que ser un equívoco, un error de apreciación del que algún día saldremos cuando los políticos se cansen de pelearse entre ellos y, en distendida conversación con la cúpula eclesial, pongan los puntos sobre las íes de los legajos que ahora se tiran a la cabeza.

Aunque la verdad es que de momento están bastante atareados, sin saber qué fuego apagar primero. Porque hay que ver la que se ha liado a raíz de la suspensión del concierto de Malú que iba a celebrarse en la plaza de toros, no porque sus fans se hayan quedado sin escucharla --cosa que podrán hacer el 31 en El Fontanar-- sino por la denuncia que provocó la medida. Y es que según un sorpresivo informe técnico, el coso de Los Califas no es ni ha sido nunca desde que se edificó en los años sesenta apto ni para ese ni para ningún otro espectáculo, incluidas las corridas, de modo que, si no se introducen matices que antes o después saldrán a la luz, Córdoba lleva medio siglo acudiendo a los toros bajo la ilegalidad.

Ante panorama tan surrealista mires por donde mires, queda por suerte la cultura como salvación. Primero el Otoño Sefardí, y ahora Cosmopoética, que ilumina con versos los rincones más oscuros y ha traído a Córdoba a dos premios Nobel, Herta Müller y Le Clézio, para quienes la literatura es un antídoto contra los males del mundo.

También el arte lo es, y está al caer una nueva ración del bueno, la que se ofrecerá desde el próximo lunes en el Patio de los Naranjos, cuyas puertas abre el Cabildo Catedral (que también sabe ser generoso con la ciudad cuando se pone) para recibir la exposición Teno y el arte sacro , dentro del año que se dedica al gran artista desaparecido. Sí, la cultura es un refugio cálido cuando arrecia el temporal.