La reinauguración del Museo Taurino de Córdoba al cabo de estar cerrado casi nueve años --el tiempo de dos legislaturas municipales aunque han sido tres Corporaciones distintas las que se han involucrado en su recuperación-- supone, de entrada, la incorporación al circuito turístico de la ciudad de una visión de la tauromaquia y de todo el mundo que la rodea abierta, accesible y atractiva incluso para los no aficionados.

La propuesta museística de este espacio taurino aparece innovadora, considera la tauromaquia como un sello de identidad de Córdoba y en ella se funden tanto los enfoques más tradicionales de este mundillo como una vanguardia estética propia del siglo XXI. Una nueva cara que, según los propios representantes municipales, no dejará indiferente a nadie.

Más allá de las distintas visiones sobre el toreo este museo recoge los valores tradicionales de una sociedad como la cordobesa en la que lo taurino es parte de su esencia social, de su historia y de su memoria. Aunque la forma de presentarlos no responda al clásico concepto de museo fetichista, habrá, sin embargo, muestras temporales donde quepa la visión de los fondos clásicos acumulados a lo largo del tiempo.

El hecho de que junto al busto de Manolete se pueda observar también a Góngora significa que el nuevo Museo Taurino trata de conservar y aunar, en vez de olvidar, elementos esenciales del adn cordobés, como la tauromaquia y la poesía.