Decía el otro día un muy ocurrente internauta en Facebook que si el sol estuviese atrayendo a la Tierra hacia su masa, tampoco nos lo iban a decir, ¿no creen? Bueno, reconozcamos que como teoría no es mala para explicar las sucesivas olas de calor que tan gentilmente nos visitan. Porque, no nos engañemos, como tema de conversación el calor --y el frío polar que a veces se deja caer por aquí-- dan mucho juego, juego de charlas y juego informativo. Soy de aquellos a los que les revienta el tema por prosaico y cansino, y porque no veo nada raro en esto; desde siempre me ha gustado que en los otoños (cortos) la primera ropa de abrigo huela de manera especial y que llueva que llueva la virgen de la cueva, que en invierno haya que abrigarse y que arrimarse a la leña ardiendo, que en las primaveras (cortas) el viento nos vuelva locos, que el polen pueda verse a nubarrones en el Patio de los Naranjos si te fijas un poco, y que llueva que llueva la virgen de la cueva, y que en verano nos achicharremos casi hasta octubre. Cosas del clima continental, extremo, con ribetes mediterráneos, según los libros de texto de Geografía. Yo mismo escribí en la red, exagerando la nota como siempre, que tanto quejarse del calor es de pichas flojas, o de no cordobeses (añado ahora), porque pienso que es un rollo andar siempre con la monserga del calor y el frío haciéndole fotos al termómetro del coche y mandándoselas a todo cristiano. Bastante tenemos ya con mandar fotos de platos, postres, Nueva York y Fuengirola para dar envidia. Pues nada, año tras año, el selfie junto al termómetro callejero, como si fuera la primera vez, y eso que las primeras veces nunca se olvidan. Los quejicas. Los quejicas suelen ser los más antipatriotas de este país, mucho más que los separatistas catalanes, vascos, gallegos, canarios, etc. Porque en este país el calor siempre ha sido nuestro mejor aliado, pero no cualquier calor, sino el brutal, el inmisericorde. Él ha configurado nuestra mala leche, ha generado la biodiversidad de la que gozamos, incluso Quevedo hizo una oda al mosquito trompetero veraniego. Y nos permitió inventar el gazpacho y el salmorejo.

* Profesor