Supongo que no es lo mismo que de la Feria escriba uno ya con espolones al que el ruido le va sobrando. Pero aun así quiero dar una serie de consejos que deberíamos al menos contemplar porque por dar gusto a las urnas, o sea, al alcance del poder, los políticos actuales se venden sin parar como las barras de los conciertos multitudinarios. Y el pueblo no puede permitir que un espacio de diversión y distensión para olvidar las quejas de la cotidianidad se convierta en una simple discoteca llena de borrachos y peleas propiciadas por la venta de vicios provocados por los intereses económicos de unos pocos. Sé que lo primero que mucha gente te puede decir y con razón es que bebe y baila hasta altas horas de la madrugada y no se mete con nadie...pues que Dios no lo quiera, pero ya te llegará si sigues en ese plan.

Pero insisto en que la Feria de Córdoba no puede ser tan grande y tan simple. Este artículo no tiene nada que ver con un modelo conservador o inmovilista sino todo lo contrario. Es que con rabia compruebo año tras año cómo la feria pierde su carácter de espacio para la amistad, la familia, los enamorados y los niños, a cambio de casetas súper bien montadas pero cuya finalidad exclusiva es vender copas de Sol a Sol. ¿No les parece eso pura incivilización? No podemos solo lavarnos las manos ante tanta suciedad. No hay que dejar de combatir a través de medidas que no parezca que coartan la libertad juvenil pero que a lo tonto enseñen a elegir el buen camino. ¿Como? Admirando con promoción a la tradición andaluza y el sumo respeto al espacio infantil. Mas caballos y más niños. Más promociones a los cacharritos para que los niños arrebaten espacio al alcohol y un servicio de alquiler municipal de esos hermosísimos caballos de titularidad pública que se mueren de pena de no trotar (ello daría sentido y fondos a las caballerías). Si se fijan, cuando la mayoría de los jóvenes van a la feria, en nada se diferencia a la asistencia a un gran concierto o a una súper discoteca; por tanto, no hay ilusión distinta a un fin de semana ordinario. En cambio, los niños siguen soñando con la feria como si fuera un país encantado. Igualmente, los caballistas esperan esta semana como si fuera un viaje a aquellos tiempos donde el paseo a caballo era una de los detalles más bellos que un hombre podía tener con una mujer. Me temo que como la cosa siga como va, la feria se partirá en dos por si sola: una de día y otra de noche. O lo que es lo mismo: una para la gente normal y otra para la complicada. Lo malo es que la complicada al final nos pilla a todos...

* Abogado