Nunca he visto tan grande a Jordi Villacampa. Y mira que Jordi Villacampa ha sido grande, ha sido el más grande antes de la explosión Juniors de Oro: aquel Joventut de Badalona que parecía Los Lakers, dirigido por Lolo Sainz, que ganó dos ligas y perdió una copa de Europa -la conquistaría después, ya con Zeljko Obradovic como entrenador- en el último segundo, después de un triple con fiebre eléctrica de Djordjevic; aquel Joventut que, de hecho, tuteó a Los Lakers de Magic Johnson en París, en un Open McDonald’s que tuvo más audiencia que un Real Madrid-Barcelona de fútbol jugado el mismo día. Cinco, cinco triples le clavó Villacampa a Byron Scott. Menudo baloncesto: los hermanos Rafa y Tomás Jofresa, inteligencia explosiva y explosión caliente, Corny Thompson, Pressley. Juanan Morales, Ruf. Y Jordi Villacampa, que incluso cuando la selección se hundía, como en aquel Mundobasket de 1990, nos daba la alegría de sus 48 puntos ante Venezuela, en plan NBA dentro de Europa, la verticalidad de un jugador que era una flecha verde al contraataque, que driblaba muy bien, amagaba y tenía una muñeca de aire comprimido, esbelta y plena.

Pero nunca he visto tan grande a Jordi Villacampa como en las fotografías que descubrí ayer, en el Golfo Azurro, el barco de Proactiva Open Arms dedicado al salvamento de personas en el Mediterráneo. Nunca lo he visto tan grande como en esa borda, sosteniendo a un niño salido de las aguas, junto a otro voluntario. Nunca lo he visto tan coloso, nunca lo he admirado tanto. El caso es que Villacampa, que se ha pasado medio mes en el mar y ha participado en muchos rescates -dos de ellos, de 385 y 487 personas-, no quería que nadie se enterara de que había acudido como voluntario.

Después de 18 años como presidente eterno del Joventut de Badalona, y tras 21 antes como jugador, en septiembre de 2015 vio una imagen en la tele que cambió su vida, su percepción, su ánimo: el niño Aylan, de tres años, devuelto por las olas, detenido en la arena. Él mismo ha contado que comenzó a informarse y supo de la existencia de Proactiva Open Arms, entonces en Lesbos, y su fundador, Òscar Camps, que también era de Badalona. Conectaron rápidamente y Jordi Villacampa les dio publicidad desde la pista de La Penya. Pero después de su retirada como presidente del club, y ya a título personal, quería participar como voluntario anónimo. Su única intención era sumarse para echar una mano, pero Òscar Camps le convenció para dar publicidad a su participación, precisamente, para ayudar también mediante la sensibilización, mediante una publicidad que nos ponía también a nosotros en los ojos del mar, imaginando o viendo a Jordi Villacampa en ese barco, tendiendo la mano a los náufragos, hombres y mujeres, y también muchos niños, bebés, y subiéndolos a bordo.

La noticia tampoco ha sido demasiado divulgada, aunque debería haber abierto todos los telediarios. Pero resulta que una de las editoriales en las que tengo el placer de publicar, Frida, ha facilitado un hermoso proyecto: el libro de poemas Apnea, de Rubén Tejerina -que fue Premio Ricardo Molina Ciudad de Córdoba con otro libro, Animal absoluto-, se ha vuelto a publicar en una edición especial con ilustraciones. Todos los derechos de texto y dibujos se destinarán a Proactiva Open Arms. Al entrar en el Instagram de Tejerina, entre varios actores que están apoyando la iniciativa, encuentro una foto de los voluntarios, en el barco, en torno al libro. Entonces veo que uno de ellos se parece tanto a Jordi Villacampa que, en efecto, es Villacampa. El mejor alero de nuestro baloncesto, el héroe de mi adolescencia, se había convertido en un héroe real.

Sé que todas estas palabras pueden sonar grandilocuentes, pero la vida a veces también lo es. Y el tamaño y el efecto de las palabras, como el de una canasta a aro pasado o un triple de parábola perfecta, tienen que estar al servicio de la realidad. No sé, he sentido que muchas cosas hermosas encajaban. Una editorial como Frida, en la que todo es posible, la poesía de Rubén Tejerina, con sus relámpagos de corriente verbal, los derechos de Apnea ilustrada cedidos a Proactiva Open Arms, y esa embarcación, el Golfo Azurro, con Jordi Villacampa y otros voluntarios salvando de morir ahogados a cientos de personas. Porque eso es lo que son: personas. Hacinadas en lanchas de goma, a merced de los traficantes, la sed y la profundidad de las aguas. Compren el libro, Apnea, y conozcan Proactiva Open Arms. Porque este equipo juega a mejorar la vida.

* Escritor