Pues tiene razón el teniente de alcalde Emilio Aumente al decir que no hay nada malo en preguntar lo que se opina sobre las cosas. ¡Faltaría más! Y tampoco pasa nada si incluso la consulta es sobre un tema que se está enconando como es el de la carrera oficial en el entorno de la Mezquita-Catedral.

Pero si me permiten, y aunque solo sea por la experiencia de treinta años preguntando a personas de todo tipo, que son los años que llevo en esta profesión del periodismo, hay que matizar una cosa: tú puedes preguntar lo que quieras que te van a contestar lo que les dé la gana, lo que parece una perogrullada, pero no tanto cuando te das cuenta al cabo de los años de que la mayoría de las veces que planteas una cuestión, y no exagero lo más mínimo, te responden algo a lo que tú no has preguntado.

Por favor, que nadie dude de mi fe inquebrantable en la participación ciudadana, que considero que es la mejor forma de complementar la democracia, siempre coja si se limita a votar cada cuatro años. Ahora bien, la participación no solo tiene forma de referéndum.

¿O acaso no tenemos ejemplos recientes como lo del brexit en el Reino Unido, el referéndum de paz en Colombia o, si me apuran, las últimas elecciones en EEUU?

O sea, que existe el riesgo de que tú quieras saber qué se opina sobre la carrera oficial y, en realidad, con el voto lo que te contestan realmente es «no me gustan las cofradías», «yo soy cofrade y estaba en contra de esa carrera oficial pero ahora por narices voy a votar que sí», «las procesiones a El Arenal», «los hoteles en Semana Santa los vas a llenar tú con la cabalgata de los Reyes Magos», «La Mezquita es nuestra», «la Mezquita es de todos», «sí, de todos nosotros», «¡A las armas, que nos persiguen los cristianos!», «¡A las armas, que nos persiguen los ateos!», «¡Santiago y cierra España!», «¡Hala Madrid!», y hasta «¡Viva la madre superiora!». Que son respuestas más que lícitas y honradas con lo que cada cual piense, yo no digo nada, pero que no tienen relación con lo que se pregunta.

Eso sí, creo que cierto victimismo está garantizado por todas las partes. Ese victimismo que incluso a algunos les viene tan bien por ser el recurso más fácil para cohesionar un grupo... aun a costa de quebrar la sociedad en su conjunto.