Hace un par de semanas, me preguntaba de dónde se iba a sacar el dinero del crecimiento de las pensiones ajustándolo al IPC, una de las reclamaciones de los pensionistas, y dejaba en el aire un mantra que también se ha ido repitiendo, aunque ya expresé mis dudas sobre si tenía el matiz de reivindicación porque no me quedaba claro de las intervenciones que había escuchado o leído: las pensiones «dignas».

Obviamente lo primero sería definir qué es una pensión digna. Según la OCDE, España seguirá teniendo una tasa de sustitución media (la pensión de un jubilado con respecto al salario medio) del 82%, muy por encima de la media de la OCDE (65,8%) y tan solo por debajo de Portugal, Italia y Holanda; aunque la edad de jubilación futura para estos dos últimos países se estima en 71 años. Además, nuestro gasto en pensiones en 2016 supuso un 11,4% del PIB, 3 puntos por encima de la media de la OCDE. La pensión mínima, según la Seguridad Social, para 2018 es de 639,30 euros en 14 pagas para una persona sin cargas familiares (unos 8.950 euros anuales). Mientras, el umbral de pobreza relativo fue de 8.209 euros anuales en 2016, y el salario mínimo se sitúa para este año en 735,90 euros, estando este salario o una cifra menor percibida por un 34% de los asalariados de 2017.

Si miramos otros datos por grupo de edad, vemos que en el 2016 las personas de más de 65 años eran las que tenían en España una menor tasa de riesgo de pobreza (22,9%), según datos INE. Asimismo, tuvieron la mayor riqueza neta (diferencia entre activos reales y financieros, como el valor de la casa o las cuentas corrientes, con respecto a las deudas) mediana por hogar con unos dos cientos mil euros, siendo estos datos de 2014. Además, mostraron una mayor satisfacción media con la situación económica del hogar, a la que otorgaron un 6 sobre 10, tan solo tras los menores de 24 años (6,1), situándose para el 19,1% dicha satisfacción en las posiciones inferiores (entre el 0 y 4), dato menor al del resto de edades, al ser dada dicha puntuación, por ejemplo, por el 26% de las personas con edades comprendidas entre 35 y 49 años. Si observamos la renta media, estuvieron situados exclusivamente por debajo de los individuos entre 50 y 64 años (17.668 versus 16.041); aunque sí es cierto que, al consultar la renta mediana, esta resulta algo inferior a la de los colectivos entre 25 y 64 años. Si nos vamos a Hacienda y a las retribuciones declaradas, el 20% de los asalariados declararon obtener menos de 6.000 euros brutos al año, cifra alcanzada por el 13,7% de los pensionistas, aunque el 45% de estos últimos declaró recibir entre 9.000 y 12.000 euros frente al 34% de los asalariados que obtuvieron entre 12.000 y 24.000 euros.

De modo que, tenemos una aceptable tasa de sustitución media y nuestra edad media de jubilación tampoco está mal. Los pensionistas están legitimados para lanzar las reclamaciones que estimen oportunas, pero han de tener en cuenta que lo que obtengan en materia de mayores pensiones lo van a pagar los asalariados, que en media andan peor que ellos. No hay más. Es cierto que siempre hay margen de mejora para nuestros mayores, pero quizás habría que centrarse en mejorar nuestro sistema productivo y los salarios. No creo que haya otra solución más allá de cambiar a toda nuestra clase política, y para ello el primer paso sería que nadie fuera a votar en las próximas elecciones...

* Profesora de Economía. Universidad Loyola Andalucía