Acaba de concluir el XII Congreso de Antropología. Cada tres años, la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español (FAAEE) convoca, con la colaboración organizativa de alguna de sus asociaciones integrantes, un congreso en el que poner en común dentro de la disciplina antropológica las distintas posiciones, avances e inquietudes que aportan los profesionales que la vertebran. Esta última edición, bajo el título "Lugares Tiempos Memorias - La Antropología Ibérica en el siglo XXI", se ha celebrado en León entre los días 6 y 9 de septiembre al haber recaído la responsabilidad de su organización en la Asociación de Antropología de Castilla y León "Michael Kenny".

Son muchas las cuestiones que allí han sido planteadas a debate. Su nuevo régimen académico tras la implantación del grado de antropología, su profesionalización, la necesidad de colegios profesionales, la demanda de su aportación como ciencia especializada por parte de una nueva sociedad afectada de una cada vez mayor diversidad cultural, el compromiso de sus profesionales en tomar postura en la situación de crisis global de la que nadie escapa, la necesidad de incorporar un conocimiento antropológico básico en cualquier área profesional, ya sea a través de equipos multidisciplinares o por medio de la difusión, y otras cuestiones no menos relevantes.

Pero, si tuviera que sintetizar el espíritu que ha encarnado este congreso, y que ha constituido la nueva perspectiva a interiorizar por sus partícipes, destacaría la concepción del ejercicio de la antropología con un enfoque prioritario al servicio público.

Hoy son manifiestos los acelerados cambios que está experimentando nuestra sociedad por efecto de la globalización. La unidad europea facilita el tránsito sin fronteras de ciudadanos de países miembros. Los países asiáticos emergentes expanden su actividad económica por todo el planeta. Los estados que componían el bloque soviético se han liberalizado. Los ciudadanos de países del llamado "tercer mundo" huyen hacia países centrales en busca de mejores perspectivas de futuro. Se abaratan los vuelos transnacionales. En Internet crecen las redes sociales. La crisis económica contagia sus efectos rápidamente a cualquier parte del mundo. Etc. Todo esto se traduce en un contacto multicultural que prácticamente nos ha cogido por sorpresa. Nuevas situaciones que, la mayoría de las veces, no se abordan de manera equilibrada para los sujetos implicados. Si existiese una sensibilización en los distintos sectores laborales e institucionales a apreciar y entender la diversidad como algo natural y valioso que se deba contemplar en la planificación y desarrollo de su actividad, se avanzaría en ese necesario camino hacia la interculturalidad.

Nuestra actual sociedad, aunque no exista una conciencia generalizada de ello, necesita a la antropología y a los antropólogos. La antropología acumula el conocimiento y la experiencia necesaria para ofrecer un servicio público en su labor de explicar, preveer, canalizar y evitar fricciones socio-culturales de hoy, antes impensables.

*Antropólogo. Asociación Cordobesa de Antropología.