El turismo de fin de semana y puente se está volviendo costumbre en las sociedades de dos caras, como la nuestra, que por el haz exhibe su rostro saneado y por el envés nos refriega la inevitable pendiente hacia la desprotección social, el empleo precario y la resignación a bajos sueldos por culpa de la crisis y la reforma laboral. Puede parecer una frivolidad leer el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que dice que el aumento de los empleados pobres --los que ganan menos del 60% de la renta media nacional-- en España triplica al de Europa, que en nuestro país es donde más ha crecido la desigualdad salarial y que la mayoría de los trabajadores no sabe lo que es un empleo decente y, a continuación, irse a Villanueva de Córdoba a beber cerveza y comer jamón ibérico de Los Pedroches. Pero, claro, si tomar conciencia de la existencia de los problemas significa no poder desatascarse con alguno de los anzuelos de Trivago, Groupon, Muchoviaje o Booking, que nos ofertan en la pantalla del ordenador el paraíso a precio asequible en puentes y fines de semana, más de uno pondría en cuarentena tanta ética, que hasta Jesucristo convirtió el agua en vino en las bodas de Caná de Galilea y dejó que la Magdalena gastase perfume en sus pies. Quizá sea ese el sino ineludible de la sociedad injusta que nos ha construido el poder económico, el de soportar la esquizofrenia del sufrimiento y la necesidad de diversión. O quizá ese ansia de turismo de puente y fin de semana, que se está haciendo costumbre en este tiempo, sea casi un escape obligado para volver cada lunes a la cruda realidad laboral y comprobar que no era esto lo que habíamos soñado. Lo mejor será, ya que estamos en el puente del Pilar --clásico y paradójico porque invita a descansar en el comienzo de curso donde no ha dado tiempo aún a cansarse--, levantar el freno de los escrúpulos, comer hoy jamón en Villanueva de Córdoba y mañana, domingo, y el lunes, comprobar cómo Panes, Lindes, Moreno, Higueras, Kariba, La Aparcería, El Paisa y Mauna Loa (Sheila), los bares de Villaralto, responden a la I Ruta de la Tapa de aquel pueblo.