Hojeo El español hablado en Andalucía y leo: «Si fácil es reconocerlos por su habla, difícil, muy difícil, resulta llegar a conocer cómo hablan».

Mi curiosidad coincide con la ¿última? decisión de la Real Academia Española sobre el «iros» y la polémica suscitada. Oí en la radio a Luis del Val que habla tan bien como escribe con su pizquita de ironía: «La penúltima catetada de la Real Academia...». Oí, también, a un académico refiriéndose a «los hablantes que son los dueños del idioma»; y oí, asimismo, en otro programa radiofónico que la Academia no puede contentarse con el habla del pueblo que la mayoría de las veces no lleva razón; el famoso vulgo del clásico.

¿Y adónde voy a parar con estas disquisiciones? Hace unos días escuché a un hombre del campo hablar de la «jatería», la «h» aspirada referida al hato, el envoltorio en que se llevaba la ropa cuando se volvía del cortijo. Me agradó oír esa palabra española hablada por un andaluz. Como también la expresión empleada por un hombre mayor al pasar junto a mí: «Vaya usted con Dios». Contrasta con la expresión popular (pueblo o vulgo) que rechina en mis oídos a diario: «hasta luego», cuando no voy a ver a esa persona Dios sabe cuándo. El Diccionario de la Real Academia afirma que «luego» significa después. Pero en «hasta luego», solo indica que se emplea para despedirse. El Diccionario de María Moliner no es ambiguo. Despedida sí, pero matizando «cuando se piensa volver a encontrar a la misma persona en el mismo día». De usarla como «adiós» creo que es cómplice la Real Academia. Por eso lo de dar al idioma esplendor lo pongo en cuarentena.

* Periodista