Desde hace unos años se está recuperando en Córdoba el interés del gran público por el pasado romano de la ciudad, su historia y principales vestigios arqueológicos. Es un plus añadido al mensaje habitual de la «marca Córdoba» de las últimas décadas, que ha prestado más atención a las llamadas «tres culturas» -árabe, judía y cristiana-, dejando en un segundo plano ese gran origen clásico de la Corduba que fue capital de la Bética romana. Eso, referido a los mensajes promocionales turísticos, que han girado en torno a la Mezquita-Catedral y entorno declarado Patrimonio de la Humanidad, pues claro está que el pasado romano de la ciudad está bien estudiado y documentado, recogido en el Museo Arqueológico y otros puntos de interés, conocida la estructura de la capital romana, sus calles, la ubicación que tuvieron los principales edificios públicos, las canalizaciones... Los siglos han transcurrido, pero el esqueleto de la colonia que fundara Claudio Marcelo sobre asentamientos anteriores ha ido sosteniendo a las distintas civilizaciones y ahora recupera protagonismo con los planes del Ayuntamiento para hacer visitable el yacimiento arqueológico de Cercadilla a finales del 2018 y con la rehabilitación y proyectos de futuro del Templo Romano. Este último abrirá la próxima primavera, cuando concluya la segunda fase de su restauración -acaba de ultimarse en tiempo y forma la primera- y haya una pasarela que permita acceder al recinto. La tercera fase prevista por el gobierno municipal será un centro de interpretación del monumento, una buena idea para enfocar el discurso sobre esa etapa de nuestra historia, que se explica muy bien desde ese punto geográfico.

Es muy positivo que la capital recupere nuevos símbolos y vestigios de su historia milenaria, completando las distintas facetas de su marca cultural, facilitando el estudio y la difusión y mejorando la calidad de su oferta para disfrute de sus propios ciudadanos y para atraer a un visitante más culto y exigente.