Hace unos días se abrieron en nuestra ciudad las puertas de la nueva sede del partido Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, ubicada en Gran Capitán 4, en el corazón de una sociedad cansada que grita relevos, que necesita proyectos novedosos e ilusionantes de la mano de ciudadanos normales, de personas preparadas que tengan algo nuevo que ofrecer, no desde la obediencia al partido, sino desde la trayectoria personal y la propia coherencia.

No solo en las redes sociales ha encontrado una presencia notable, sino que su expansión persistente por todo el país con fuerza e intensidad es ya una realidad tras sus logros en las elecciones europeas, superando en intención de voto a otras formaciones del mismo espacio político, gestionando la frustración que otros producen y recogiendo a todos los desencantados de las corrupciones y las corruptelas, a los ofendidos por los nacionalismos excluyentes, a los ninguneados por un estado menguante del bienestar, a los atropellados en sus derechos individuales, a quienes siguen creyendo en los valores de la libertad, la justicia y la igualdad para ofrecerles un proyecto de esperanza que rompa con un bipartidismo que ha secuestrado las instituciones y que provoca desazón y hastío en la sociedad.

Iniciativa valiente surgida en Cataluña al impulso de Albert Rivera como un movimiento de ciudadanos libres, se proyecta a todo el Estado con la convicción de que es posible y necesario regenerar la política española; desde la firmeza y desde la mesura, proponiendo políticas eficaces para solucionar los problemas que preocupan a todos, defendiendo la igualdad de derechos de los ciudadanos y planteando una alternativa a la actual clase política tradicional, obsesionada por su particular cuota de poder político, como lo acabamos de comprobar con la última convocatoria de elecciones autonómicas. Ciudadanos se ha posicionado como un partido abierto integrado por perfiles muy dispares aglutinados por el sentido común, que no siempre es el común de los sentidos, considerando necesario un debate sobre el modelo de Estado actual y denunciando el abuso y el chantaje permanente de algunos nacionalismos excluyentes y fagocitadores del sistema, dejando claro que los derechos no son de los territorios sino de los ciudadanos. Apostando por medidas concretas de regeneración real y transparencia de los partidos, apoyando el sistema electoral de listas abiertas, dándole la palabra a los ciudadanos para que sean los protagonistas de su historia, los actores de su futuro. Con tres convocatorias electorales por delante, ojalá pasemos a elegir de entre lo malo conocido a lo bueno por llegar; a elegir de entre lo malo y lo peor a lo mejor posible; del voto de castigo al voto de la esperanza; del voto inútil a las promesas incumplidas y el reparto de sobres al voto siempre útil de la coherencia y la honestidad. Que no nos engañen: no es el año de la resignación sino de la regeneración, no es el año de lo mismo de siempre, es el año de la ciudadanía. Démonos una oportunidad. La necesitamos.

* Abogado