El discurso político va por el camino inverso. Se construye una ficción mediática socialmente asumible, es decir, que suene bien, y luego se ejecuta una realidad que nada tiene que ver con lo que se dice.

Ante ello, hay que seguir al actor Fernando Tejero: "Estoy en un mundo tan de mentira que prefiero ser sincero y decir lo que pienso".

La decisión del Gobierno de "potenciar las zonas de gran afluencia turística con una modificación de la normativa comercial" supone, como dijo el presidente de Comercio Córdoba, Rafael Bados, una "liberalización desmedida" de los horarios comerciales.

Lo que plantea el Gobierno con este circunloquio es la destrucción de un modelo consensuado en el que comerciantes de cercanía, grandes superficies, sindicatos y Administraciones evitamos el desequilibrio entre los diferentes formatos comerciales, que ha permitido mantener puestos de trabajo pese a la crisis.

Eso ahora se rompe. No es verdad que se vaya a fomentar la actividad, ni a mejorar el rendimiento de los comercios especializados, ni a competir mejor, ni a activar los espacios turísticos. ¿De dónde ha sacado esto el alcalde de Córdoba?

El Gobierno dice que va a hacer una cosa que ya se puede hacer para hacer otra que no dice que quiere hacer. Sí, necesitaríamos una paráfrasis para desentrañar esta entelequia.

Los comerciantes de las zonas turísticas, y los de que no lo son, en Córdoba entera, pueden abrir cuando les plazca. Lo dijo el miércoles en este mismo periódico la presidenta del comercio de cercanía de la Judería, Pilar Jornet: "Nosotros ya abrimos los festivos".

Lo hace posible desde hace ocho años la Ley de Comercio Interior de Andalucía. Lo pueden hacer, con independencia de su superficie, los establecimientos dedicados a una serie de actividades que podemos considerar de primera mano y, con independencia a lo que se dedique, cualquier comercio con "una superficie útil para la exposición y venta al público inferior a trescientos metros cuadrados".

¿De qué nos hablan, entonces? De permitir abrir a cualquier gran superficie que catorce ayuntamientos españoles, entre ellos el de Córdoba, incluya en "zonas declaradas de gran afluencia turística", una delimitación que ahora corresponde a la Junta de Andalucía para algún período del año y sólo activa en municipios costeros en fechas de avalancha de visitantes y en la excepción de Jerez de la Frontera el domingo en que se celebra el Gran Premio de Motociclismo.

Lo que quiere el Gobierno es lo mismo que ya ha implantado la Comunidad de Madrid, la desregulación absoluta de los horarios comerciales, es decir, la jungla, aunque allí con un eufemismo más original, como es el de Ley de Dinamización de la Actividad Comercial.

* Vicepresidente de la Federación Provincial del Comercio "Comercio Córdoba"