No voy a entrar a fondo en los debates vivos sobre comentarios racistas, dimisiones y fariseos escandalizados, ni sobre posturas y gestos iniciales de nuevos gobernantes en busca de un relato propio, pero algo tengo que decir.

Me asquean los que se vuelven puros y piden la dimisión por actos impropios de sus adversarios, cuando han tolerado e incluso reído otros más graves de sus correligionarios, pero también me dan pena los que por defender a los suyos de estos ataques desmesurados legitiman por comparación los de los otros y que antes denunciaron como intolerables.

Bienvenidos sean los gestos de racionalidad austera por parte de los nuevos alcaldes, porque usar bicicletas (bien por Joan Ribó y su mesura al responder que el día que le haga falta usar coche lo usará) o subir al transporte público para ir al trabajo no quita ni un ápice de dignidad y ayuda a no apartarse de la mayoría que los ha elegido.

Pero por el contrario, no coger la vara de mando de alcalde es un postureo ridículo impropio de gente cultivada (lo siento Manuela y gracias Ada por estar nerviosa y lucir el bastón y la banda), porque esta vara no es un símbolo de poder autoritario ni arbitrario sino de racionalidad y modernidad y debe su origen y prestigio a que el alcalde medieval con ella dirimía pleitos de propiedad, pues su longitud establecía el patrón métrico en cada localidad.

Me ha encantado que algunos alcaldes nuevos hayan declinado la invitación de asistir a un acto religioso en Santiago de Compostela, pero comprendo que otros lo hagan pues viene haciéndose desde el siglo XVII y como todo lo simbólico va más allá de lo religioso.

Me emociona que en Córdoba los socialistas hayan recuperado con Isabel Ambrosio una alcaldía que les fue arrebatada violentamente por los golpistas en 1936, pero comprendo que a algunos les de miedo.

Jubilado disfruto del nuevo tiempo político y de gestos y posturas, tiempo habrá para entrar en discutir la gestión política de los elegidos, pero eso esperará hasta el otoño.

* Profesor jubilado de la UCO