El nuevo currículo de las competencias básicas establece que los escolares deben desarrollar las capacidades y aprender las destrezas y habilidades relativas a la competencia en autonomía e iniciativa personal que les permitan madurar como personas libres y responsables, así como tomar decisiones y comportarse adecuadamente en función de su nivel de desarrollo personal y del contexto familiar, escolar o social en el que se desenvuelven.

El desarrollo de la autonomía personal implica la adquisición y maduración de las capacidades personales básicas, entre las que destacan: el autoconcepto, la autoestima, la autopercepción, el autocontrol emocional, la expresión adecuada de la contrariedad y los sentimientos, la empatía, la perseverancia, el respeto a los demás, el conocimiento de sí mismo, la toma reflexiva de decisiones y la responsabilidad ante decisiones y conductas personales.

Las capacidades y las destrezas de autonomía se desarrollan y aprenden desde el nacimiento y en el entorno familiar.

El desarrollo emocional y la afectividad se adquieren y maduran durante la niñez, a través de las interacciones con la madre, con los familiares y en el contexto social en el que el niño o la niña interactúan.

La educación y el desarrollo de las destrezas y habilidades de autonomía personal, de expresión de emociones y sentimientos y de empatía son funciones familiares, pues son los padres los que las desarrollan, a través de las relaciones paternas, de la educación familiar y del ejemplo que los niños y niñas reciben de los adultos con los que se relacionan en el contexto sociofamiliar.

Cuando los niños y las niñas se escolarizan en la Educación Infantil poseen un desarrollo emocional, afectivo y sentimental, adquirido en el medio familiar, que condicionará sus aprendizajes escolares y la maduración en sus procesos de autonomía e iniciativa personal en el entorno escolar. En la educación básica, los docentes continuarán el desarrollo de la autonomía y la iniciativa personal a través del currículo, de las experiencias escolares y de las relaciones sociales que los niños y adolescentes establecen en el centro educativo y que ponen en práctica las destrezas y habilidades de autonomía.

Para el desarrollo y la educación de las capacidades, las habilidades y destrezas de esta competencia, los padres, las familias y los docentes deben consensuar estrategias de acción conjunta, dado que el desarrollo de la personalidad no puede realizarse unilateralmente sino de forma coordinada y sinérgica entre la escuela y la familia.

La publicación de las Guías de derechos y responsabilidades de las familias andaluzas en la educación , por parte de la Consejería de Educación, viene a completar el desarrollo de la autonomía personal establecido en el currículo de las competencias básicas.

Estas guías indican a los padres las directrices para el desarrollo de la autonomía de sus hijos, los consejos que deben darles en relación con su comportamiento en el centro educativo y las formas de relación de las familias con los tutores, los docentes y la escuela.

Las guías inciden en que la formación de la personalidad de los niños y adolescentes andaluces es una labor sinérgica de padres, familias y docentes, en la que las familias desempeñan el papel fundamental, pues las emociones, el carácter y los sentimientos son competencias básicas de la educación familiar.