En el fútbol, como en otros muchos órdenes de la vida, no hay una certeza, un sí absoluto, ni algo imposible por hados del destino. No existe un no porque sí. Mucho (casi todo) es relativo. Momentos de ánimo, curvas de rendimiento, euforias y depresiones de algunos elementos en cada equipo... Goles en el último minuto en el único disparo a puerta que dan la victoria o rebotes malintencionados que hunden en la miseria después de haber realizado un partidazo. El éxito, normalmente, se circunscribe a conjuntar todo lo positivo, minimizar al máximo lo menos favorable y tirar para adelante. Como dice Monchi, director deportivo del Sevilla, esto es un juego en el que interviene mucho la suerte y de lo que se trata es de reducir ese factor suerte al mínimo posible. Hay que recalcar: al mínimo posible. De ahí que dejarse llevar por lo que ordenan las vísceras sea una mala elección. Para el fútbol y para la vida. Por eso, introducir en el reduccionismo un liderato o un puesto en descenso a Segunda B, en fútbol, y en la categoría de plata, llama siempre a error. Tenga lo que tenga deparado el futuro para este Córdoba o, si me apuran, para cualquier otro equipo. Al menos para la inmensa mayoría. Pero hay que reducir el factor suerte al mínimo. Y el Córdoba se ha afanado en esa tarea centrándose en las áreas. Los 16 metros y medio propios y los correspondientes ajenos. ¿Los 70 restantes? Oltra ha realizado hasta ahora un gran trabajo, centrado principalmente en evitar que se juegue en esos 70 metros y hasta ahora le está saliendo bien, más allá de lo ocurrido ayer en el Carlos Belmonte, aunque no estaría mal tenerlo muy en cuenta como un nuevo toque de atención. Más claro.

Porque al Córdoba, hasta ahora, le está saliendo bien ese concepto de ser superior en las áreas, desdeñando el resto del campo. Esto es, soslayando el fútbol en sí. Esa elección blanquiverde mucho tendrá que ver, se entiende, por la incapacidad para generar juego en sí, por lo que Oltra, con éxito, ha logrado una ecuación simple en el concepto pero muy complicada de llevar al éxito: si no puedo jugar al fútbol, que el rival tampoco lo haga. Ser superior en las áreas gracias a la capacidad física y técnica de la delantera. Unos dirán que ese fútbol tiene mucho de mentira, pero a día de hoy ése es el Córdoba desde la cuarta jornada. Es su verdad. Y los números desmienten esa mentira. Es el líder de la competición. En contra está la idea del juego, de ocupar todo el campo, en repartir espacios, no sólo los de la mitad del campo cuando el rival tiene el balón, sino de todo el verde. En defensa y en ataque. Combinar y jugar. Al fútbol, que es de lo que se trata esto. Es cierto que ese concepto ha dejado preciosos cadáveres, pero también ha mostrado que en momentos de crisis numéricas de esos equipos, el mismo fútbol les ha sacado del atolladero. Una mentira verdadera o engaño certero, llámenlo como quieran.

Esos dos conceptos se pusieron uno frente al otro ayer, en el Carlos Belmonte. Un Albacete con 13 puntos, con el exblanquiverde Agus, con un lateral derecho que hace poco más de un año era extremo en el Écija y con muchos desconocidos para el mundo del fútbol. Enfrente, el líder, que puso su criterio sobre el verde en los primeros 10-15 minutos. Esperar en campo propio y lanzar balones largos. En esa puesta en escena ganó el equipo de Oltra. Dos claras ocasiones, un mano a mano en el que Juan Carlos (el mejor de los manchegos ayer) salvó a su equipo de meterse en la espiral en la que suele meter el Córdoba a sus contrincantes y, de paso, mandar el mensaje a los suyos de que no había lugar a la duda en su convicción: seguir tocando.

Da igual, por el resultado final, lo de Pérez Pallás. Lo de la roja a Razak o lo de los penaltis de Rodas y Cisma. Con el 2-0 no dejan de ser anécdota. Pero sí eran un síntoma de que el Albacete se había empeñado en tocarle el balón al Córdoba en línea de tres cuartos y lo conseguía. ¿Sin ocasiones? Sí. Pero con la sensación en todos, incluidos los cordobesistas, de que al menos los últimos 20 minutos de ese primer acto habían sido de los locales. A veces, el desequilibrio en un encuentro no lo marcan las ocasiones a favor o en contra, sino sólo y exclusivamente el fútbol. Y el Albacete mostró que tenía más.

Para los reduccionistas de los números y cifras, el Albacete transformó eso que se vió desde el minuto 20-25 del primer acto en números al poco de salir del descanso, con el primer gol a cargo de Jona. En jugada, con disparo de otro delantero, rechace de Razak y toque del punta albaceteño.

El Córdoba intentó reaccionar. Pero sin fútbol es muy complicado. Seguía intentando lo único que sabe hacer, lo único que puede hacer: balones largos. Los de Sampedro tenían la lección aprendida y en 80 minutos no permitieron ni un contragolpe cordobesista. El segundo gol no fue sino la constatación de ese mantenerse en el filo de la navaja continuo. Un error de Razak, más que de Deivid y la puntilla.

El conjunto de Oltra continuaba con su discurso, tornado en casino, porque en el caso de ayer resultó absolutamente vacío. Movimientos de banquillo intrascendentes (quizá un cambio en la delantera debió no existir; se echó de menos a Xisco en la primera parte) y una dificultad total para intentar superar a su rival en el campo, en todo el campo, en el juego. Una búsqueda infructuosa del área, que para los que pretenden reducir esto a sólo números es en donde está la verdad del fútbol. Una verdad engañosa.

2 - Albacete: Juan Carlos, Antoñito, Gonzalo (Pulido, min.64), Agus, Paredes, César Díaz, Miguel Núñez, Edu Ramos, Santi Jara (Manu Miquel, m. 90), Rubén Cruz y Jona (Jason, m. 69).

0 - Córdoba: Razak, Dalmau, Rodas, Deivid, Cisma, Pedro Ríos, Markovic, Luso (Víctor Pérez, m.75), Fidel (Nando, m.68), Pineda (Xisco, m.58) y Florin Andone.

Goles: 1-0, m.51: Jona. 2-0, m.68: César Díaz.

Árbitro: Pérez Pallas (Colegio Gallego). Mostró cartulinas amarillas a los locales Edu Ramos y a los visitantes Razak, Cisma, Dalmau, Markovic y Nando. Expulsó al técnico local, Luis César Sampedro, por protestar, en el minuto cuarenta y cinco

Incidencias: partido de la duodécima jornada de la Liga Adelante disputado en el Carlos Belmonte.