El Córdoba realizó ayer una declaración oficial en el Sánchez-Pizjuán, una fantasmagórica comparecencia en la que, entre otros puntos, anunció que su pequeña mejoría está más que finiquitada --lo que devuelve a la dura realidad de ser el último de la fila--, que se mantendrá ahí hasta el final de temporada si no realiza un giro de 180 grados y que el "asentamiento" del que hablaba Djukic en la previa necesita de otras medicinas que no están, por el momento, en el botiquín del serbio.

El equipo blanquiverde (carmesí ayer) falló ayer en el fondo y en la forma, en planteamiento y en ejecución, en disposición e intensidad y, así, el resultado se antoja incluso corto para los méritos de unos y otros. El Sevilla, ayer, perdonó una goleada a los de Djukic porque la última media hora (larga) no se jugó y los de Emery pensaban ya en el esfuerzo del jueves en Europa League. Como bien dijo la megafonía en el primero de sus avisos: "El jueves viene lo serio". Tan doloroso como cierto.

Habrá que comenzar con el planteamiento o, más bien, intentar adivinar qué es lo que quería el Córdoba. El técnico blanquiverde decidió dar entrada a los nuevos, sentar a Bebé y a Florin y, se supone, montar un trivote con Deivid por delante de la defensa con Zuculini y Krhin escoltándole. El argentino salió del campo tras el descanso después de correr tres cuartos de hora, continuamente, para presionar al poseedor del balón y recuperar de nuevo su posición. Lo aguantó la mitad del tiempo; luego, progresivamente, iba perdiendo el sitio y llegaba cada vez más tarde. Krhin tan solo apareció en la segunda parte durante 15 segundos: para encararse con Krychowiak por una entrada ciertamente peligrosa. Y lo más meritorio fue ver a Deivid perder por momentos el sitio, algo verdaderamente inusual en él, pero algo lógico. ¿Se enteraron los jugadores de lo que quería Djukic? ¿Tenía las ideas lo suficientemente claras el serbio? Sea como fuere lo que inicialmente se creía que sería un -4-3-3 se convirtió en un 4-1-4-1 o 4-5-1 (como prefieran) para ir desconfigurándose progresivamente hasta transformarse en un pastiche.

Por lo tanto, el equipo se quedó cortito, muy cortito, encuadrado en apenas 25 metros de terreno de juego y sin posibilidad de estirarse, ni tan siquiera en contragolpes: llamativa fue la llegada de Ghilas al área rival (min. 33), esperando a que algún compañero se incorporara para intentar conectar con él. Rodeado de seis adversarios, el francoargelino se desesperó tras perder el balón.

El Sevilla lo tuvo fácil con un Córdoba convertido en un foso rectangular: balones contínuos a la espalda de la defensa, saltando el charco en el que se habían ajustado los once de carmesí. No tenían por qué ser pases excesivamente largos, así era de corta la distancia de la defensa blanquiverde con Ghilas. La otra opción era lo ya sabido por todos (o casi todos): la banda derecha sevillista era un cañón con Aleix Vidal y José Antonio Reyes o Vitolo. Y así pasó la primera parte, con la banda izquierda cordobesista haciendo cada vez más aguas, con un Zuculini obediente, que corría no se sabe muy bien a qué, con un grupo que salió tan solo a defender y que en el minuto 20, con el balón recuperado y una contra bastante potable decidió dar tres pases horizontales en la medular para que el adversario se recolocara con parsimonia. Repiqueteaban en la memoria las palabras del técnico en la previa: "No vamos entregados ni vencidos".

Sin meter la directa, el Sevilla logró lo que se olía desde el primer minuto y que era cuestión de tiempo. El primer tanto llegó en un arma potente de los locales que conocen todos (o casi todos): el balón parado. Un saque de esquina botado por José Antonio Reyes era rematado por Krychowiak de manera inapelable y completamente solo, sin acompañamiento de ningún elemento del mediocampo cordobesista. Casi sin tiempo a reaccionar llegó el segundo. El enésimo balón a la espalda, en esta ocasión de Nico Pareja, fue aprovechado por Vitolo, que sirvió perfectamente para que Bacca tan solo tuviera que empujar la pelota. Llegó el descanso y el alivio momentáneo a la desolación que dejó el Córdoba, que también en las malas nunca defrauda, por desgracia.

Djukic intentó disfrazar al monstruo generado en el primer acto y dio entrada a Ekeng y Bebé por Zuculini y Deivid. El camerunés quitó el antifaz de una patada, la que le dio desde el suelo a Vitolo en la cara sin venir a cuento. Un síntoma más de esa inmadurez que se viene avisando y que, por supuesto, no solo afecta a Ekeng, que estuvo nueve minutos sobre el césped. El Sevilla, con un rival tan flojo, se dedicó a sestear hasta que Krychowiak realizó una entrada más que fea a Krhin y también enfiló el camino de la ducha antes de tiempo. No afectó en nada, ya que casi de inmediato volvieron a anotar los locales en una jugada muy parecida al segundo gol del Almería, la pasada semana: saque de esquina con dos adversarios en el rincón y nadie sin salir a su encuentro o, al menos, dificultar el centro. Iborra batió a Juan Carlos con un testarazo inapelable y el partido, que se había muerto media hora antes, se transformó en una ola de olés del público local.

Una derrota ante un adversario como el Sevilla es tan lógica como asumible. Más difícil es aceptar el camino por el que se llega a hincar la rodilla: esa inmadurez, esa ausencia casi total de intensidad y, sobre todo, esa dolorosa incógnita de lo que quiso hacer ayer el Córdoba.

Estadio: Ramón Sánchez-Pizjuán

Asistencia: Unos 30.000 espectadores, varios cientos de ellos, cordobesistas

Terreno de juego: Bien

Sevilla: (29) Sergio Rico, (22) Aleix Vidal, (6) Carriço, (21) Nico Pareja, (3) Navarro, (12) Iborra, (4) Krychowiak, (10) Reyes, (19) Banega, (20) Vitolo y (9) Bacca.

Cambios: (18) Deulofeu por Reyes en el 61', (28) Carlos Fernández por Bacca en el 82' y (17) Denis Suárez por Vitolo en el 83'.

Córdoba: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (2) Pantic, (3) Crespo, (11) Edimar, (15) Deivid, (20) Zuculini, (21) Krhin, (10) Fede Cartabia, (14) Ghilas, (9) Héldon Ramos.

Cambios: (24) Bebé por Deivid en el 46', (5) Patrick Ekeng por Zuculini en el 46' y (23) Abel Gómez por Héldon en el 55'.

LOS GOLES

1-0 (38') Saque de esquina a cargo de Reyes que es rematado de cabeza Krychowiak, completamente solo.

2-0 (43') Balón de Nico Pareja a la espalda de la defensa cordobesista que llega a Vitolo, que sirve a Bacca para que solo deba empujarla a la red.

3-0 (75') Córner de Deulofeu, en corto a Banega, que centra para que Iborra conecte un cabezazo inapelable.

EL ÁRBITRO

Vicandi Garrido (C. Vasco)

Expulsó al cordobesista Ekeng (54') por agredir a Vitolo, y al sevillista Krychowiak por una entrada a la rodilla sobre Krhin (73'), que también vio la amarilla.