Las matemáticas no entienden de sentimientos ni de colores. De los siete partidos que quedan por disputarse, el Córdoba necesita ganar seis para seguir con esperanzas en la UCI. Lleva en nómina tres entrenadores y mismos errores e irregular nivel evolutivo, especialmente en acciones de estrategias en contra (16 goles encajados de cabeza), el 43,5% de los goles encajados han llegado en los últimos 20 minutos (gestión del partido). Pero... ¿mejora un equipo con el cambio de entrenador? ¿Es cuestión de una mala gestión mental por parte de los jugadores? ¿No han sabido gestionar el grupo? ¿La gestión del grupo es solo responsabilidad del entrenador o también tienen que implicarse los capitanes? ¿Plantilla descompensada y poco competitiva? Es un cúmulo de circunstancias que al final de una temporada pasan factura y el grueso de la factura la pagará la entidad y el aficionado que invierte sus ahorros en sacar una entrada o un abono.

En fútbol solo existe el presente, de nada vale ser un equipo de Primera con esqueleto de Segunda.

En fútbol hay tres conceptos básicos: la seguridad en defensa (viene marcada por la posición del balón), la posesión del balón (lo importante es la verticalidad y la intención del pase), el equilibrio y la gestión del partido. Frente al Elche, el Córdoba no tuvo seguridad defensiva, no tuvo verticalidad ni intención ni precisión en el último pase, mostró un irregular equilibrio y no supo gestionar ni dar buena lectura al partido.

Cuando un entrenador en el vestuario mira de frente a los jugadores a la cara y las miradas son recíprocas y ve que le brillan los ojos, el equipo ya va ganando. Cuando los jugadores le esquivan la mirada, el entrenador y el equipo pueden darse por perdidos. No hay más.