El Córdoba lleva no poco tiempo instalado en esa nube en la que, incluso en los peores momentos, todo sale. En otras temporadas, la mayoría de las del pasado, un mero contratiempo, una leve contrariedad, la más nimia de las adversidades tiraba al traste con no poco de lo realizado hasta ese momento. Llegaban grises pensamientos de que la fatalidad esperaba a la vuelta de la esquina y, casi siempre, era cierto. Un equipo que sin remisión se metía, poco a poco, en una espiral de la que le costaba salir horrores. Sin embargo, en esta temporada, el Córdoba de Oltra está mandando contínuamente el mensaje de que no hay obstáculo insalvable. Si se produce alguna baja, se cubre con trabajo. Si ocurre algún problema extradeportivo, se suple con esfuerzo y se tira hacia adelante. Si salta algún problema de entendimiento entre alguno de los componentes, se resuelve con lucha. Y si se topa con un arbitraje errático... Lo mismo de lo anterior más Florin Andone.

No fue el encuentro de Almería de los de recordar, aunque tampoco eso es novedad en esta temporada. Eso sí, el esfuerzo es innegociable para Oltra y en el Juegos del Mediterráneo tocó un partido de trabajo a destajo, de esos que si se termina con triunfo, como fue el caso, refuerzan en el camino y en la convicción. Y no lo tuvo nada fácil el Córdoba. No tanto porque el Almería le hiciera sufrir en exceso, sino porque los locales sabían cómo podía hacer daño al Córdoba y estuvieron centrados en evitar la agresión blanquiverde. Así, el partido estuvo trabado durante la primera mitad. Pero González Fuertes se empeñó en 'entretener' al personal en un duelo, en general, aburrido. Anuló un gol a Florin Andone (35') que no había por donde adivinar el motivo, tampoco pitó una acción en el área cordobesista a cargo de Deivid con pinta de penalti, al igual que en el área almeriense, con un agarrón de Ximo Navarro a Xisco, en la que quizá faltó algo de picardía por parte del balear. Asimismo, mostró dos amarillas a Stankevicius en siete minutos en las que, si bien el lituano debió tirar de su experiencia, no es menos cierto que una expulsión de esa manera y en un partido sin faltas aparatosas era, cuanto menos, sorprendente. En otras temporadas, un arbitraje así hubiera sacado del partido al equipo. Pero lo cierto es que éste se mantuvo más que agarrado al mismo y, si bien apenas inquietó a Casto --salvo esa ocasión de Florin Andone--, tampoco el rival molestó a Razak, que estuvo bien cubierto durante todo el encuentro por el trabajo defensivo del equipo. ¿El ofensivo? Pues aparte de ese gol anulado por el colegiado a Florin Andone el Córdoba no tuvo presencia en ataque, salvo un par de detalles en banda de Fidel y otro de Nando. En todo caso, el descanso sirvió para transmitir la sensación de que si bien parecía que la pegada de los de Oltra no salió a relucir, al menos se aplicaron defensivamente a base de trabajo a destajo.

De hecho, tuvo que ser Víctor Pérez el que diera el primer susto a los locales después del intermedio, con una carrera en solitario a un balón largo al que salió fuera de su área Casto. Pero además de la pegada en sí, este Córdoba tiene a otro elemento que, a pesar de que algunos rivales ya le tienen la matrícula tomada, él logra continuar con su ritmo goleador. Tras una jugada polémica, Florin Andone empujaba a la red un buen servicio de Markovic desde la banda para dar un puñetazo sobre la mesa y aprovechar el pinchazo del Alavés. Pero la alegría volvió rápidamente a ser preocupación al ver Stankevicius la segunda amarilla y afrontar los blanquiverdes casi 40 minutos que quedaban por delante en inferioridad numérica.

Néstor Gorosito lo entendió como el resto y en apenas 10 minutos dio entrada en el campo a Kalu Uche, a Chuli y a Pozo por Fatau, Quique y Soriano, mientras que Oltra sentó a Xisco para que saltara al terreno de juego Dalmau y recomponer la defensa. Lo mejor que se puede decir del Córdoba es que logró que no se notara en absoluto. Los blanquiverdes se aplicaron el cuento: con uno menos y con el oportuno cambio, la defensa y el sistema defensivo no tiene por qué resentirse. Y no lo hizo. Cuando aún no había comenzado el carrusel de cambios los locales tuvieron quizá la mejor ocasión con una cesión de Nando a Razak decretada por González Fuertes y en la que el ghanés dio buena respuesta al trallazo de Morcillo. También el exblanquiverde probó al portero cordobesista con un cabezazo, así como Chuli a 12 minutos del final, pero la tónica general del encuentro continuó por los mismos derroteros: el Almería no carburaba claramente de mediocampo hacia adelante y el Córdoba no necesita carburar, sino pertrecharse, olvidándose incluso de salir al contragolpe y empeñándose en el trabajo defensivo para mantener la portería a cero. Los rojiblancos tuvieron una oportunidad en el descuento, a cargo de Pozo, que se topó también con Razak.

El esfuerzo estuvo en idéntica sintonía al realizado en el Martínez Valero, última salida de los blanquiverdes, partido en el que también jugaron en inferioridad durante mucho más tiempo que anoche. Pero en Almería el Córdoba logró superar todos los obstáculos con la misma herramienta que hace una semana fulminó al Mallorca: utilizó la pértiga rumana para auparse al coliderato, anotar su gol número 10, irse el equipo hasta los 39 puntos y firmar una primera vuelta numéricamente intachable.