Hace unos años lloraban ellos. Nosotros, no. Ellos bajaron, se pasaron no sé cuántos años en un pozo, me daban pena, la de desgracias que les ocurrían. Les perdí la pista porque cuando te metes en un pozo no existes, nadie te ve. Mientras, nosotros subimos, hicimos historia, nos creímos muy guapos, perfectos. Al final estamos en el mismo sitio. Bueno, ellos mejor, tan contentos en sus autobuses de vuelta a Cádiz, y nosotros con cara mustia y cero ganas de ir a trabajar mañana.

Todo un desastre.

Pero qué más da. Hoy han ganado ellos y no hemos podido callarles. Creerán que es su año y bien harán en disfrutarlo porque luego volverán al mismo sitio.

Siempre volvemos al mismo sitio.

Este no es nuestro año, ya está, no le demos más vueltas. Es un juego, va así. Sabemos las reglas. Es un juego que solo te va a permitir alegrías en el 2% de las partidas. Tú mira las temporadas. De cuántas te acuerdas. Dime cuántos momentos memorables has vivido. Yo al menos ya me he hecho la idea de que este será uno de esos años del que no podré recordar nada especial. Por eso es bueno no depender de nadie. Mucho menos de once personas, más un entrenador, más un secretario técnico, más un presidente, mete también al árbitro, al juez de línea, a la suerte... Uf, qué pereza, demasiado riesgo poner en manos de tanta gente mi felicidad.

- ¡En mayo te voy a recordar estas palabras!

¡Oye! Que a lo mejor me equivoco. Pero no me voy a engañar, que no tengo quince años, como cuando creías que le gustabas a la chica que a ti te gustaba. Uy, me ha mirado, eso es por algo. Nos podemos agarrar a miles de detalles, a números, a tópicos, a lo que queráis, pero acabo de cumplir 33 años y no tengo ganas de que me calienten la cabeza ni me intenten convencer.

Yo vivo al día y hace mucho tiempo que no me cabreo. Que los del Cádiz nos están vacilando, cantándonos olés en nuestra casa, diciendo que esto es Cádiz y aquí hay que mamar. Pues que canten. Siempre llega un punto en el que ya nadie puede hacerte daño. Ahí me hallo.

Qué voy a decir. No me puedo agarrar al fútbol; que me den algo. Mira, Lourdes Mohedano me dio más en dos minutos este verano que todos estos en cuatro meses.

Me cambio de sitio para no aguantar las impertinencias de unos colegiales y las voces de su profesor exigiendo que no se muevan de su asiento. ¿Por qué les habrán castigado?

Esta contracrónica tiene poco más que decir. He venido al estadio con un amigo que hace años que no aparecía por aquí. Dice que cada vez entiende menos que la gente se cabree por el fútbol.

Pero ayer nadie pitó. Quizá porque en casa les esperaba algo mejor. Ya se habrán olvidado.

Ahora estaremos casi un mes sin vernos. No creo que nos echemos de menos.