Y otra vez la misma pregunta de todos los inviernos, esta no se elimina.

-- ¿No irás en la bicicleta, no?

Provoco un incómodo silencio y trato de no mentir, que al fin y al cabo es mi madre. No sé para qué pregunta, si me conoce. Además, si por lo que sea el partido sale rana, el paseo en bici será lo único que pueda salvar la noche.

-- Pues iba a salir a dar un paseo y me he dado la vuelta, no sea que me cayera una teja encima del viento que hacía.

Sé que es una exagerada, pero me hace dudar. Abro el cuarto cajón del armario: Calcetines de nieve, otro calcetín encima (cuesta meter las botas), camiseta interior (primera vez este año), camiseta térmica negra (segunda vez, la otra fue innecesaria), jersey polar, bufanda de dos metros que pica, gorro fino, braga negra, guantes normales. Chubasquero por si acaso y un paquete de almendras. Me peso antes de salir, por curiosidad: Cuatro kilos más que el viernes a la misma hora.

Cosas que imagino mientras voy al estadio: ¿Me he dejado el calefactor puesto? El termómetro de casa marcaba 21 grados; en mi cuerpo ahora debe haber más. El de Las Tendillas, nueve. Lo sabía: es una exagerada. Me sobran la braga y la bufanda. Y el primer tiempo, como a todos los que han pitado mientras los jugadores se marchan al vestuario.

En el descanso no tengo con quién hablar, así que pienso. Pienso en una película que vi anoche. "No te conformes con sobrevivir, Giovanna", era uno de los diálogos finales. Me viene ahora a la cabeza. Y pienso que eso es lo que lleva haciendo el Córdoba todo el año, y que es alucinante que vaya cuarto. Hoy seguro que acaba ganando, aunque hasta el momento no haya hecho nada.

Los intrépidos del descanso.

-- Mañana hago bici y nado.

Lo dice quien lleva medio año sin moverse del sofá. Pero no le juzguemos, cosas más increíbles se han visto, aquí mismo.

Osasuna al palo.

Hay veces que me quedo mirando a una parte del césped donde no está el balón. Por eso me pierdo la ocasión más clara del Córdoba. Cruzo las piernas en una postura inverosímil. Me acuerdo de mi madre. Me acurruco. Va a tener razón.

-- Venga, vámonos, en serio, aquí no se puede estar. Es que vamos a perder los cuatro pelos que nos quedan.

Tuvieron suerte si se marcharon a tiempo. Salvo las almedras, ya he usado todo el arsenal que traía. Insuficiente. No sé cómo ponerme. Las piernas ya no me dan más vueltas.

Al final la lógica me gana y puedo imaginar a mi madre. ¿Ves? Te lo dije. El frío se mete y no sale, por muchas capas que lleve, da igual, ahí se ha quedado. ¿Era lo lógico, no?

También que el Córdoba pierda en casa; a nadie le extraña, los jugadores ya no caen incrédulos al suelo y solo dos de ellos aplauden; la gente simplemente se marcha resignada.

No es fácil desafiar a la lógica.

Así que mañana el hombre amante del sofá no cogerá la bici, ni mucho menos se meterá en una piscina, pero supongo que tampoco le sorprenderá a ninguno de sus amigos.