Estadio: Coliseum Alfonso Pérez. Asistencia: Unos 7.500 espectadores, 200 de ellos, cordobesistas. Terreno de juego: Bien

GETAFE: (25) Guaita, (20) Valera, (5) Naldo, (4) Velázquez, (18) Escudero, (21) Míchel, (8) Lacen, (11) Yoda, (10) Sarabia, (17) Diego Castro y (7) Lafita. Cambios: (23) Hinestroza por Yoda en el 63', (6) Sammir por Diego Castro en el 63' y (15) Babá por Lafita en el 75'.

CÓRDOBA: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (12) Iñigo López, (2) Pantic, (3) Crespo, (5) Ekeng, (6) Luso, (10) Cartabia, (18) Borja García, (19) López Silva y (14) Ghilas. Cambios: (35) Fede Vico por López Silva en el 53', (29) Dani Pinillos por Crespo en el (57') y (7) Rossi por Cartabia en el 79'.

LOS GOLES

0-1 (78') Ekeng roba en el mediocampo azulón y se va en vertical entre dos defensas, se adentra en el área y dispara cruzado, lejos del alcance de Guaita.

1-1 (88') Babá culmina una jugada de ataque del conjunto azulón.

EL ÁRBITRO

Martínez Munuera (C. Valenciano). Amonestó al local Sarabia (86') y a los blanquiverdes Ekeng (30') y Fede Vico (56').

LA CRÓNICA

De esos partidos que hay que ver. Si se tiene estómago. De esos choques que los cuentas y no te creen. Partidos plomizos, con poco, casi nada. Peleas entre dos púgiles que no pueden ni soñar con Las Vegas, ni televisiones, ni bolsas suculentas, con los albornoces prestados, poca parafernalia, nulo brillo y escaso público, sabedor éste último de que los que están en el ring son dos perdedores que están ahí porque alguien les ha dicho que son boxeadores profesionales. Porque alguien les ha recordado (hay que recordárselo) que están en Primera y es lo que toca. Saltar ahí y hacer como que ofrecen algo de primera (nótese la minúscula, ahorrémonos la cursiva). Y en el colmo, de los colmos, por regalo de los dioses, del vudú camerunés o no se sabe bien porqué, el combate resultó, felizmente para los intereses del Córdoba, nulo.

Al rival no hace falta analizarlo, ya que todos o la mayoría lo conocen. El mundo futbolero y hasta el que mira al balón de reojo sabe en qué estado se encuentra este Getafe, no ya solo esta temporada, sino las últimas. Ese es el listón que tuvo el Córdoba anoche en el Coliseo Alfonso Pérez. Es decir: ese es el listón a superar. Nota para los narcortizados aún desde el 22 de junio: a superar no solo numéricamente, sino en hechuras, en apariencia de equipo, en ideas, en juego, en definitiva, en fútbol. Y el Córdoba, lejos de superar al enemigo, a duras penas logró igualarlo en algunas fases del duelo (la mayoría en la primera mitad) y, para colmo, no solo se puso por delante en el marcador, sino que se volvió a Córdoba con un empate. Coge el punto, corre y no mires p'atrás .

Habrá por tanto que analizar una vez más a este Córdoba, aunque lo cierto es que poco difieren las cosas con respecto a compromisos anteriores. Se avisó de que con lo ofrecido ante el Espanyol no era suficiente. Y se cumplió. Pero a este equipo hay que fijarlo en dos aspectos: el grupo en sí y las ideas que vienen desde la banda. Y hay para todos. De sobra.

Ya desde años anteriores se ha señalado que la plantilla blanquiverde no se puede distinguir por el carácter, precisamente. No es una cualidad que la adorne, salvo honrosas excepciones individuales. De ahí la necesidad de músculo. Pero nótese la contradicción (o quizá no tanta): Con seis jugadores defensivos más el portero (11 faltas en todo el duelo), al Córdoba le hicieron ayer en apenas 15 minutos media docena de ocasiones. Y antes, alguna más. Pero el problema, siendo algo más que un jeroglífico, no solo radica ahí: la falta de ideas de mediocampo hacia adelante provocó que el conjunto blanquiverde apenas lograra hacer cuatro oportunidades y las cuatro, incluida el gol, sobrevinieron de acciones individuales. Arranques de genio, de calidad o de "como pasaba por ahí....", que fue más o menos lo que ocurrió con lo que hizo Ekeng, un golazo que en descargo del camerunés, que no se lo creía, hay que decir que debe quedarse tranquilo: nadie se lo esperaba.

No hay que explicar mucho el primer tiempo: los dos púgiles saltaron al cuadrilátero con más miedo que vergüenza, lo que dejó la sensación de un duelo igualado, por supuesto siempre de perfil bajo, y que estaba abocado el empate sin goles. En ese escenario, a pesar de los sufrimientos por los costados, el Córdoba no se encontraba excesivamente incómodo, siempre tenía a Cartabia para que apareciera cada cuarto de hora, él solo, para transmitir la sensación de equilibrio. Falso equilibrio. Y como el local sabía que ante su público no podía seguir la cosa así, sacó todo lo que tenía. Le echó algo de casta, sin excesivas ideas eso sí, pero con conceptos básicos, para meter en un problema al visitante. Simplemente, con las subidas de Varela y de Escudero, más el continuo bullir de Sarabia fueron elementos suficientes para meter al Córdoba atrás sin remisión, descaradamente, con la espalda en el rincón, los antebrazos subidos y los puños protegiéndose la cara. El Getafe golpeaba solo de refilón: poca cabeza y menos fuerzas. Pero aparecía en el área frecuentemente, aunque sin impactar un golpe duro y certero.

El colegiado anulaba mal un gol legal a Lafita, Escudero subía una y otra vez la banda generando más de un dolor de cabeza. Sarabia continuaba siendo el mismo incordio sin resolver. Pero el púgil del rincón, entre el aluvión de manotazos, sacó un puño que hizo tambalearse al rival. Ekeng cortaba un balón en la línea de tres cuartos y fiel a su estilo anárquico, se fue en vertical introduciéndose entre dos defensas para pisar el área y lanzar un disparo cruzado que batía a Guaita.

Ferrer había movido el banquillo. También Contra. Y el rumano ganó. Porque los 15 minutos que quedaban hasta el final del duelo desde el gol del camerunés fueron un suplicio para el Córdoba. El Getafe redobló esfuerzos con las nuevas incorporaciones, Hinestroza y Sammir, y los blanquiverdes no sabían ni por dónde les venían los guantazos. Dos palos, más otras dos ocasiones claras de los azulones terminaron con el gol de Babá a dos minutos del tiempo reglamentario. ¿Final? Qué va. Los de Contra insistieron y, probablemente, si el duelo dura tres minutos más hoy muchos estarían llorando. Hay que insistir: verlo para creerlo. Y aún así, muchos se preguntarán ¿cómo pudo lograr el Córdoba salir con un empate? ¿Cómo pudieron los de Ferrer volver con un punto?, pensarán algunos, fijándose tan solo en lo que se tiene en el bolsillo. Ay, esos pequeños milagros.