Hace bien Ferrer en mostrarse tan crítico con sus jugadores porque el primer paso para mejorar es detectar y reconocer el error. La dejadez de sus futbolistas con un marcador favorable no es lógica. Fue la misma actitud que en Valencia, de donde salieron goleados. Pero ayer estaba enfrente un Getafe que se presentaba sin delanteros; su falta de gol fue lo único que impidió la derrota del Córdoba. Aún le falta recorrido al equipo blanquiverde para ser de Primera. Mientras tanto, hace bien en no descolgarse, en sumar, aunque sea de uno en uno, porque ya se ha visto que hay otros conjuntos que están en una situación similar. Es importante no ser catastrofista, pero también mirar hacia dentro y reflexionar. El paso de las jornadas dictaminará si Ferrer tiene suficientes mimbres para competir y si él mismo está a la altura y sabe manejar al grupo en momentos complicados. Es responsabilidad del entrenador exprimir a su plantilla, pero no volverla loca. Deberá encontrar cuanto antes un bloque en el que confiar.

Es cierto que anoche los jugadores tiraron el triunfo; el técnico se amparó en esos minutos finales para justificar un empate que dejó un sabor amargo porque se produjo a falta de dos minutos, pero con algo de perspectiva, lo cierto es que los blanquiverdes no merecieron tal triunfo, todo lo contrario. El Getafe lanzó dos palos y le anularon un gol legal. Durante buena parte del encuentro arrinconó al Córdoba, cuyo primer disparo a puerta se produjo en el minuto 52. ¿A qué juegan los blanquiverdes? ¿Qué hay del trabajo táctico y de tener el balón, de ser protagonista? Ayer el Córdoba, ante un equipo que tampoco ofreció muchos alardes, no tuvo personalidad, carácter ni oficio, tres aspectos básicos para un plantel que no anda sobrado de calidad. Habrá que preguntarse por qué falta motivación, intensidad y concentración en un equipo que lleva 42 años sin jugar en Primera.