Muchas lecturas sacará de cara al futuro Mikel Landa de su primera carrera en la que ha luchado por una plaza de honor en la clasificación. Llegó al Giro siendo casi un desconocido para el público en general y aunque saldrá de Milán convertido en una nueva estrella del ciclismo ya sabe que en un futuro debe ir como líder principal si quiere triunfar y sobre todo que de Alberto Contador, 'maglia' rosa incuestionable y poderoso, no se puede fiar ni un pelo.

Landa, 25 años, ha demostrado en Italia que no es de los que se callan cuando no está conforme con algo. Ya mostró el jueves, en Verbania que el ataque de Contador, que le restó un minuto, no le había gustado. Este viernes, de nuevo, exhibió su disgusto por la reacción de Contador durante la ascensión a Cervinia, donde triunfó Fabio Aru, que lo desplazó de la segunda a la tercera plaza de la general, una victoria que llegó al ciclista sardo después de que el corredor madrileño atenazara a Landa, al que marcó y no dejó moverse y, en cambio, permitiera la triunfal fuga de Aru.

"Yo vigilaba a Landa, que era el que tenía más cerca de mí, mi rival directo. Aru estaba mucho más lejos",dijo Contador. En cambio, Landa no lo vio así por lo que protestó a preguntas de la COPE: "Contador quiere crear el caos en Astana y una guerra entre Aru y yo, pero no lo va a conseguir".

Contador es un líder que ataca un día y se modera al siguiente, dueño y patrón del Giro, casi con una deportiva tiranía, al más puro estilo de Eddy Merckx, tal vez la gran estrella de todas los tiempos, que más intimidó a sus contrincantes, menos a Luis Ocaña. Se trata de un Contador que corre la ronda italiana como le apetece porque ha visto que todos están un peldaño por debajo de él -recuérdese como dobló a Landa en la contrarreloj de la semana pasada- y quien subiendo a Cervinia, no quiso dar unas pizcas de oxígeno, vida y libertad a Landa.

Tramos de tierra en la Finestre

En cambio, por la razón que fuera, con el certero argumento de que estaba más lejos en la general y que por lo tanto era menos peligroso, autorizó la gloria de Aru, ante sus paisanos, con un Astana que ha resultado ser más práctico para ganar etapas que para luchar por lo que realmente era una hazaña casi imposible, la victoria en la general.

Con Aru escapado, con Landa preso de su condición de gregario del italiano, al que debía respetar, con el corredor alavés agotado de ver que anteriormente al movimiento de su compañero italiano, Contador le amarró una y otra vez, solo pudo comprobar como descendía una plaza en un podio que, por otra parte, sí parece tener asegurado.

El Giro queda pendiente de la última ascensión prevista para este sábado, a Sestriere, tras una subida a la Finestre con tramos de tierra.