Estadio: El Arcángel

Asistencia: Unos 17.000 espectadores, 200 de ellos, ilicitanos

Terreno de juego. Regular

CÓRDOBA: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (6) Luso, (2) Pantic, (11) Edimar, (21) Krhin, (10) Fede Cartabia, (18) Borja García, (24) Bebé, (28) Florin Andone y (14) Ghilas.

Cambios: (35) Fede Vico por Ghilas en el 55', (9) Héldon por Gunino en el 55' y (16) Fidel por Bebé en el 68'.

ELCHE: (25) Tyton, (2) Damián, (3) Enzo Roco, (4) Lombán, (21) Albacar, (24) Pasalic, (6) Mosquera, (17) Víctor, (20) Fayçal, (7) Aarón y (22) Jonathas.

Cambios: (5) Cisma por Albacar en el 57', (19) Alvaro por Aarón en el 73' y (10) Coro por Víctor en el 89'.

LOS GOLES

0-1 (41') Falta que bota Albacar y que roza Enzo Roco, superando a Pantic y con Juan Carlos a media salida.

0-2 (68') Saque de esquina que pone en juego Fayçal y que remata Pasalic en el segundo palo, completamente solo.

EL ARBITRO

Vicandi Garrido (C. Vasco) Expulsó a Borja García en el 81' por dar un cabezazo a Víctor sin balón y amonestó a los visitantes Lombán (61') y Víctor (81').

LA CRÓNICA

Se trajo un pijama de madera de Riazor, pero los irreductibles, los más creyentes (en la salvación), los que no querían aceptar la realidad de este Córdoba aunque ésta viviera una triste reedición semanal desde hace meses, se resistían. ¿Y si...? ¿Y si...? Unos números estratosféricos salían a colación tras la pregunta. Siempre. Estratosféricos para este ¿equipo?, sobre todo, que ya en verano generaba dudas, en otoño transmitió la sensación de ser un pequeño Frankenstein, en invierno intentaron descoser y recoser el engendro y que ya en primavera demostró que tanto en verano como en invierno se dejaron partes atrás. Diferentes motivos en uno y otro caso, pero en definitiva, el mundo al revés. Posiblemente (es un deseo) sea la lección a aprender para dejar trabajar a los profesionales de cada gremio, sin interferencias, sin vasos comunicantes, sin mensajes ininteligibles, sin puenteos... Zapatero a tus zapatos. Y que cada uno tenga su castigo o su premio siempre que haya recibido la responsabilidad en su parcela al 100%. Sin trampas.

Tiempo habrá a partir de ahora para analizar profundamente y paso a paso lo que ha sido el deambular de este Córdoba en Primera después de 42 años de ausencia. La consecuencia se volvió a ver anoche en El Arcángel y lo más doloroso fue comprobar el desengaño de esos irreductibles, que hasta el primer gol visitante seguían creyendo. Como dijo uno a la salida, emulando a Homer Simpson, "todos deberíamos creer en algo; yo creo que me voy a tomar una cerveza" para quitarse el último sinsabor en blanco y verde. Pero este fue de los que se lo tomó con más filosofía. Porque el público volvió a creerse el enésimo fuego de artificio cordobesista. De inicio, Romero confió en Ghilas para la izquierda y Luso en el centro de la defensa por el sancionado Crespo. El resto, los mismos que en La Coruña. Y el arreoncito de los primeros 10 minutitos llegó incluso a generar algo de ambiente en la grada. Fede Cartabia aparecía más de lo que lo ha hecho en lo últimos dos meses, Ghilas quería hacer en cinco minutos lo que no le dejaron en las semanas anteriores, Bebé mantenía su línea y Florin se pegaba con todos sin éxito, aunque a la grada le valía. Un par de ocasiones más o menos claras para transmitir la engañosa sensación de que el partido se podía ganar.

El Elche, no es el descubrimiento de América, tiene entrenador, lo que no ha ocurrido en la casa blanquiverde en toda la campaña, y los franjiverdes comenzaron con alguna contra que puso el nudo en la garganta de más de uno. El postureo blanquiverde del inicio desapareció y empezó a jugarse al fútbol. Y, lógicamente, ahí empezaron a ganar el encuentro los de Escribá. Una transición rapidísima de Fayçal con disparo final de Aarón mandó el primer aviso. El mismo Aarón puso a prueba a Juan Carlos poco después y un esperpento entre el propio portero, Edimar y Pantic por poco terminó en gol. Pero el Elche no tuvo que hacer mucho más, tan solo esperar a uno de los tantos puntos negros blanquiverdes: el balón parado. Falta desde más de 40 metros, caraja defensiva, estatua del portero y Roco rozaba lo justito para inaugurar el marcador.

La grada explotó y de ahí al descanso ya se escucharon los primeros cánticos y cargas contra unos y otros. El Córdoba desapareció del campo y no se le vio ni tan siquiera cuando regresó tras el descanso. De hecho, Pasalic ya pudo sentenciar nada más iniciarse el segundo acto, pero cruzó en exceso el balón con todo a favor. Romero metió a Vico y Héldon por Ghilas y Gunino, pero nada cambió, salvo una pequeña cosita del caboverdiano, que puso algo de tino en un partido que se estaba convirtiendo en un pufo insufrible. Y, de repente, en dos minutos, la resolución. Una falta de Fede Cartabia era cabeceada por Krhin. Con Tyton ya batido, el balón se estrelló en el poste. La continuación de la misma vio nacer una combinación franjiverde, que tras una rápida transición, finalizó en saque de esquina. El córner botado por Fayçal era rematado de cabeza en el segundo palo, completamente solo, por Pasalic. Los gritos contra el presidente, el consejo y los jugadores arreciaron durante unos minutos tras el gol de la sentencia de los ilicitanos.

Fidel entró por Bebé en una clara muestra de que Romero va por un lado y el resto (muchos) van por otro. A partir de ahí, el Córdoba se convirtió en un grupo que intentaba con corazón hacer algo en los 20 minutos que aún restaban. Más por lo que se estaba cociendo en la grada, aparentemente, que por convicción en poder lograr algo. Por ejemplo, lo que hizo el Elche en el encuentro de la primera vuelta: conseguir empatar un 0-2 adverso. Pero este grupo conformado sin ton ni son solo da para detalles de impotencia, como el de Borja, que se autoexpulsó al dar un cabezazo a Víctor cuando ya todo estaba decidido.

Tras el minuto de silencio que pidió este ¿equipo? cuando cayó derrotado lastimosamente ante el Getafe y el pijama de madera que se trajo de Galicia, los que pretendían apurar las irreales opciones negando el cadáver y subidos a una hipotética reacción extraterrestre, cargaron contra unos y otros y convirtieron El Arcángel en una gran capilla ardiente, con el Córdoba de cuerpo presente, ahora sí, para todos. La felicidad de la credulidad es barata y peligrosa, escribió alguien y el Córdoba, anoche, generó más de un ateo a la causa que habrá que fidelizar en un futuro no muy lejano y en Segunda División.