Intérprete: Ariel Rot

Lugar: Gran Teatro

Día: Viernes, 15 de julio

La culpa de todo la tiene Luis Medina. El Director del Programa Formativo del Festival de la Guitarra invitó el año pasado a Ariel Rot a Cosmopoética, al ciclo Trovadores, para tocar solo. Era la primera vez que el músico hispano--argentino tocaba sin acompañamiento en un escenario --fuera de fiestas familiares y equivalentes-- y aquella noche de abril, con guitarra y micro como únicos asistentes, se convirtió en una prueba del algodón que dejó mucho brillo. Tanto, que ahora de vez en cuando el músico se rodea de guitarras y teclado para convertirse en hombre orquesta y ofrecer en teatros una versión extended de aquel mini concierto que disfrutamos en Orive. El viernes paró de nuevo en la ciudad, esta vez en nuestro festival veraniego.

Para empezar, que todas las entradas tuvieran el mismo precio igualó de tal manera la platea que se relajó la solemnidad habitual del teatro. Allí se reía y se gritaba con más desenfado del habitual, cosa que también ayudó a desestructurar el rollo canalla del ex Tequila. Además, se nota que Ariel se ha curtido viendo conciertos de rock en teatros, un clásico en Argentina. Maneja la escena, los tiempos, el sonido y la emoción del público. Aunque no haya ni cerveza ni cigarrillos.

Solo piano, guitarras eléctricas y guitarra acústica que dividieron el show en tres bloques construidos por un repertorio perfectamente adaptado al formato. Se apreciaba el trabajo en cada uno de los instrumentos y mucha música detrás de cada adaptación. Nada se dejó al azar. Rot demostró ser un gran guitarrista. Con la Gibson, con la Gretsch, con la acústica y con cualquiera. El mástil es una extensión de su cuerpo que maneja con oficio. Y sabemos que eso para un músico acostumbrado al calor de una banda, al rasgueo de otras cuerdas y a los ritmos marcados por la batería o el bajo, no es nada fácil.

Tocó muchas del disco nuevo Solo Rot y clásicos como El vals de los recuerdos o Bruma en la Castellana , Una casa con tres balcones , El dos de corazones o Confesiones de un comedor de pizza . De Los Rodríguez, La milonga del marinero y el capitán y esa versión tanguera de Mucho mejor que bien podría haber firmado Gardel hace 80 años.

Que Ariel Rot es nuestro artesano del rock ya no le extraña a nadie. No en vano militó en la banda que enseñó a este país a cantar rock en su idioma. Y él sigue como entonces, delgado, con pelo y barbilampiño. Moviéndose como un adolescente. El experimento, interesante pero menos energético. Con banda, mucho mejor, con el permiso de Medina.