El mundo del cine y el espectáculo han dado buena muestra de su cariño y admiración hacia el actor José Sazatornil, que murió ayer a los 89 años y que será recordado por sus compañeros y el público como un "gran actor", como era su deseo, el eterno actor secundario que deslumbró en películas como La escopeta Nacional ; un intérprete que con su marcha ha subido al podio de los ganadores, a ese lugar donde solo ascienden los grandes, como dijo ayer el director Alex de la Iglesia, para quien el actor barcelonés "era el cine español".

A la espera de que sus restos mortales sean enterrados en el cementerio de la Almudena, hoy a las 11.30 horas, decenas de amigos quisieron darle ayer su último adiós, como su gran amiga y compañera, la actriz Concha Velasco, quien lo calificó como un "señor muy serio, muy estudioso, muy culto y muy trabajador". Compañero en otra de las películas que ya forman parte del imaginario español, Amanece que no es poco , el actor y presidente de la Academia de Cine, Antonio Resines, se incluye a sí mismo en la que ha llamado "Generación Saza", pese a que en agosto cumplirá los 60 años: "Se puede ir contento porque era uno de los grandes y la gente le tenía mucho cariño" y "se lo ha demostrado hasta el final".

Si el público le quería era por su peculiar manera de hacer humor, un estilo que se ha quedado "sin heredero", según su compañero de profesión Javier Cámara. El productor cinematográfico Enrique Cerezo coincidió con este último en que para él va a ser "difícil encontrar a otros como Saza".

Por su parte, el actor Fernando Chinarro ha destacado que Saza tenía "algo" con lo que los actores se "asombraban". "Tenía una mirada y una forma de actuar natural, que no puede improvisarse", ha matizado.

A juicio de Manolo Galiana, otro de los actores que acudieron al Tanatorio de la M30, el fallecido era "un ejemplo de dignidad" que tenía "una intuición genial".

El gremio no le reconoció con el Goya hasta 1989, cuando recibió el de mejor actor de reparto por Espérame en el cielo , de Antonio Mercero, galardón al que se fueron uniendo otros reconocimientos por su trabajo tanto en el cine como en el teatro: IX Premio Nacional de Teatro José Isbert en 2005, Premio Fundación Aisge en 2004, la Minerva de Plata del Círculo de Bellas Artes de Madrid o el de la Unión de Actores a Toda una Vida. Toda una vida de seriedad y humor, las dos caras de esa profesión en la que reinó como cómico, quizá por ser un maestro en el arte de reír, como dijo Fernando Colomo.