E l flamencólogo, colaborador de Diario CÓRDOBA en este ámbito y primer director de la Cátedra de Flamencología de la UCO Agustín Gómez falleció ayer a los 78 años de edad. Fue un hombre cabal y, «en el buen sentido de la palabra, bueno», tomando prestados los versos de su admirado Antonio Machado, sobre el que le gustaba conversar en largas tertulias, en las que siempre dejaba pruebas de su sabiduría y su gran sensibilidad, no circunscritas exclusivamente al arte flamenco, al que defendió hasta el final como factor fundamental de nuestra cultura.

Contra viento y marea, Agustín Gómez también defendió sus profundas convicciones para que el cante fuera valorado en toda su dimensión, en una época en la que los «niños» acaparaban los gustos de los aficionados hasta que, con una clara visión de la evolución que todo arte ha de tener, se opuso frontalmente a esa estética para que el verdadero cante se impusiera, como ya comenzó a demostrar desde el año 1965 en aquel programa entrañable de Radio Popular de Montilla con esas Lecciones de Cante a cargo de Agustín Gómez. Una revolución que abrió los ojos a muchos aficionados, que se rindieron a esa personalísima forma de expresión, siempre animada por esa chispa de pasión enardecida, que era el rasgo de una personalidad inconfundible dotada de la facultad de remover la conciencia flamenca a los destinatarios del mensaje.

Gómez ha sido un hombre fundamental de la cultura andaluza, que defendió hasta la extenuación. Valorado e incomprendido a la vez, aunque en esta última apreciación jugaron juicios superficiales que no vienen al caso, mantuvo siempre una coherencia en el arte y en la vida que cualquiera de los alumnos de la Catedra de Flamencología, que acertadamente lleva su nombre desde abril del 2016, supieron captar mediante la clarividencia de sus exposiciones.

Su sucesor, Luis de Córdoba, asumió el reto de su sustitución, poniendo siempre el énfasis en su maestro, al que tanto debía. Con Gómez se va un sabio que igual podría haber enfocado su vida de forma brillante hacia otra especialidad al margen del flamenco. Pero él, convencido de su responsabilidad en la defensa a ultranza del ser andaluz y en línea con lo mejor de la intelectualidad de nuestra tierra, asumió muchos retos en los que destacan su defensa por el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba como asesor y jurado durante años, el recuerdo siempre del escritor Anselmo González Climent, la heroica defensa de la estética jonda de Fosforito, las conferencias, sus libros, su labor como crítico, sus presentaciones, que han creado escuela, su pasión lorquiana, y un sinfín de actividades coronada con la creación de la Cátedra de Flamencología de la UCO, que, según manifestaba, supuso una de sus más profundas satisfacciones en su vida.

ROSA AGUILAR La consejera de Cultura lamentó el fallecimiento de Gómez, del que destacó su «enorme contribución para la creación de nuevos aficionados». Rosa Aguilar, que transmitió sus condolencias a familiares y amigos del flamencólogo y escritor, subrayó el «inmenso legado que nos deja un hombre que contribuyó con su trabajo a que hoy conozcamos más y mejor el flamenco, un arte que amó profundamente».