Cosmopoética vivió ayer uno de sus días más grandes con la intervención del novelista francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, "el escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada", según argumentó la Academia sueca para concederle el Premio Nobel de Literatura en el 2008. Le Clézio, generoso y sincero, mantuvo por la mañana un encuentro con los periodistas y por la tarde--noche una conversación con el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla en la Sala Orive, que se llenó para escucharlo. Una conversación en la que se habló de casi todo y el novelista galo, considerado por la revista Lire el mejor escritor francés vivo en 1994, se mostró explícito, tranquilo y, sobre todo, lúcido.

Ruiz Mantilla, por segunda vez en Cosmopoética --ya mantuvo una conversación con Alessandro Baricco en una edición anterior--, dijo que Le Clézio es "uno de los autores más fascinantes de la literatura europea y universal" y calificó su obra como "variada y ecléctica". "Empezó con la experimentación --argumentó-- y va recorriendo un arco que lo lleva a una fantástica literatura de la experiencia".

Después de decir que es "un honor" para él estar en la ciudad de Córdoba y recordar que ya estuvo aquí hace 25 años, Le Clezió definió su obra: "Nací a la literatura con los existencialistas y los escritores de la nouvelle roman (novela nueva), que cultivaba la búsqueda de la forma más pura, un arte fuera de la realidad", pero, según dijo, no le debía nada a ninguno de ellos. "Tuvimos que salir de la idea de que la novela tenía que probar algo, debíamos regresar a la idea de la novela de contar una historia", argumenta, señalando a continuación que su escuela era más de la novela norteamericana, constituida por unos autores que escribían más con humor e ignoraban lo que se hacía en Europa. "La literatura no debía mostrar compromiso con la política", señala. En cualquier caso, para Le Clézio, hay que tener en cuenta todo lo que se ha escrito antes "y encontrar otra manera distinta de describir la realidad". Se muestra partidario de la literatura seria: "La literatura necesita concentración. Las voces exigentes llegan poco a poco a encontrar su público", dijo, señalando luego que "los escritores no son profetas, son personas que tienen un oído bueno para captar las vibraciones".

Pero Le Clézio no habló solo de novela, habló mucho de poesía. En su encuentro de por la mañana le pidieron un consejo para los jóvenes poetas. "La literatura no es un oficio, la literatura es más bien una vocación, una especie de sueño, así que, ¿quién soy yo para dar consejos para los sueños de los jóvenes?", dijo.

Aunque al final acabó dando un consejo práctico: "El mejor consejo que puedo dar es leer poesía, leer los poetas. Hay necesidad de alimentarse con poesía para producir poesía. Si uno no lee poesía, no puede escribir novelas, no puede escribir teatro. La poesía es el alimento esencial para hacer literatura. Mi consejo sería leer". Señaló que el verso actual no se corresponde con el clásico. Hoy, "un verso --dijo-- es como la respiración, es un ritmo, es una ola que nos mueve".

Habló de los autores que lo han marcado y citó a Quevedo, Rimbaud, Jelaluddin Rumí y Juan Rulfo. De Quevedo dijo que es muy actual porque su poesía corresponde a una idea de un tiempo eterno ("Creo que la poesía no puede ser identificada a un tiempo preciso, es una expresión que está fuera del tiempo cotidiano", argumentó); de Rimbaud, que su vida es un modelo de la poesía; de Rumí, que para él fue el sumo poeta; y de Rulfo, que es el máximo novelista del siglo XX. También confesó que los dos libros que lo iniciaron en la literatura fueron El Lazarillo de tormes y Don Quijote .

Se definió como nómada, amante de la literatura americana criolla ("la verdadera literatura") y del rap ("expresa una dimensión del ser humano que es la necesidad de una rebelión"), solidario con el tercer mundo, del que, dijo, vive en crisis permanente y todos los días ha de buscar alimento, y restó importancia a las nacionalidades.