Los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat dirigen esta película, después de haberlos conocido por la muy interesante El hombre de al lado (2009), consiguiendo premios en la Seminci de Valladolid y en Venecia. Aunque se presenta como comedia, no tengo tan claro el género en que podría clasificarse debido a su extraña y contradictoria apariencia, donde un trazo de mala uva queda patente a la hora de mostrar la vuelta a sus orígenes de este escritor, un tanto alérgico a premios y actos sociales, con una agenda de lo más apretado, que acepta contra pronóstico la invitación del alcalde de la localidad donde nació y sobre la que lleva cuarenta años escribiendo, mientras reside en Barcelona y sin que se haya dignado en todo este tiempo a visitar. En principio, es recibido como un héroe, ya que recientemente ha sido distinguido con el Nobel de Literatura, ceremonia de la que es testigo el espectador cuando arranca el filme, así como del discurso un tanto atípico de agradecimiento.

No obstante, pronto empiezan a torcerse las cosas. Salas, el pueblo de la Argentina profunda hasta donde llega el protagonista para impartir talleres literarios, descubrir estatuas y formar parte del jurado que seleccionará las obras pictóricas del concurso de arte local, contiene todo tipo de personajes que han sido la inspiración del escritor homenajeado.

Y la película se acaba volviendo un ajuste de cuentas recíproco del personaje y su entorno, una crítica mordaz al mundo de la cultura, sin dejar títere con cabeza cuando satiriza la sociedad apuntando a todo lo que se mueve. Y todo se hace verosímil gracias al gran trabajo que realiza Óscar Martínez construyendo este personaje, con cierto distanciamiento en su frialdad que acaba siendo tocado en su lado más profundo por las vivencias que adquiere durante los días de estancia allí.